Capítulo 13

107 13 36
                                    

REGINA

He huido de mi propia casa, como esa película que me gusta de Julia Roberts, incluso llevo puestos mis zapatos deportivos de color blanco, un jean, una camiseta negra y una chaqueta. No lo pensé demasiado. David estaba durmiendo y yo comía algo tras haber tomado una ducha, me dolía todo el cuerpo después de haber tenido sexo hasta el amanecer y lo habría seguido teniendo de no ser porque me sentí asfixiada. Las ganas de quedarme en sus brazos fueron igualmente proporcionales a la necesidad de alejarme.

Me subí al auto y le envié la dirección a Kathryn de un restaurante a medio camino para encontrarnos. Quería hablar con ella, ponerme al día con lo que sucedía en la oficina y saber si había logrado averiguar algo más que me fuera de utilidad, incluso un informe aburrido de la bolsa de valores habría sido tolerable con tal de no pensar en mis sentimientos extrañamente opresores.

Quedarme en casa no era una opción, y si David hubiese despertado habría querido saber qué era tan importante que no podía ser hablado por teléfono, u ofrecerse a acompañarme. No me gustaba ser ese tipo de pareja que lo hace todo junto, que completan las frases del otro y combinan la ropa que utilizan. Debíamos mantener nuestra individualidad y un montón de distancia.

Conducir me sentó bien, el clima era bueno y pude volver a respirar; fue fácil llegar al restaurante, y tuve tiempo de ordenar un postre para entretenerme con algo dulce y una copa de vino mientras esperaba. El lugar tenía una buena vista, con arboles hermosos y un clima ideal, me hizo pensar que podría ser bueno tomar en serio unas vacaciones.

Cuando Kathryn llegó pensé en interrogarla de inmediato, pero no parecía ella misma, por lo general lucía perfecta, pero en esta ocasión ni siquiera se había maquillado, lo cual era extraño, hasta vestía de forma diferente, su ropa estaba arrugada y no era algo que la haya visto usar anteriormente.

—Me alegra que llamaras —dijo—. Necesitaba salir de casa.

—¿No fuiste a trabajar?

—Me tomé unos días libres con cargo a vacaciones, más bien adelanté mis vacaciones porque voy a necesitar más de un par de días.

—¿Qué pasó?

Pidió una copa de vino y le dijo al mesero que dejara la botella en la mesa. No me opuse, aunque sabía que no podíamos beber demasiado si queríamos regresar a casa manejando.

—Fred quiere tomarse un tiempo de nuestro matrimonio, más bien lo que quiere es el divorcio, pero es un jodido cobarde.

—¿Por qué? ¿Tiene una amante?

—Eso sería más decente de su parte. Podría culparlo y vanagloriarme por dejarlo.

—Eso no suena nada bien. No encuentro motivo alguno para que alguien quisiera dejarte.

—No puedo tener hijos —dijo bebiendo un gran sorbo de vino—. Lo hemos intentado un tiempo y este último año buscamos ayuda en una clínica de fertilidad. Simplemente no puedo tener hijos.

—¿Y él quiere dejarte por eso?

—Fue algo que hablamos, era parte del plan, y él no quiere adoptar, no quiere seguir padeciendo este proceso. No puedo culparlo por eso porque también me siento como una mierda.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no lloró, respiró profundo y bebió el contenido de su copa. Le ofrecí la mía y no dudó en aceptar.

—Lo siento, Kath. No hay ninguna persona que merezca que le pasen cosas buenas más que tú —y lo dije en serio. Podría decirse que era la única buena persona que conocía.

—La vida no se trata de lo que merecemos. Es lo que hacemos lo que cuenta. No pierdas el tiempo con tonterías, Regina. Sí quieres a David esfuérzate para que funcione, ten un hijo ahora, porque quizá cuando lo quieras no podrás.

Control de DañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora