Capítulo 6

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Hay cosas que no decimos, las guardamos por diferentes motivos, cosas pequeñas o importantes, de forma inconsciente o premeditada. Había optado por no compartir todos los detalles con David, aunque él no paraba de preguntar por todo y lograr obtener sus propias respuestas, aun así, de mi boca no salieron explicaciones con respecto a lo que el médico me había dicho.

Era imposible negar todas mis preocupaciones y temores, la ansiedad ante lo que podía pasar y cómo algo que parecía tan insignificante podría cambiar mi vida... mis propias acciones estaban cambiando mi vida, bastaba con ver a David apersonándose de todo, como si aquello que nos unía fuese real y su cuidado por mí fuese sincero.

Recuperé la conciencia dentro del tiempo estimado, estuve sola entre dormida y despierta mientras el efecto de la anestesia se desvanecía, con enfermeras verificando mis signos vitales cada cierto tiempo hasta que el médico vino a verme y explicarme cosas que yo no entendía. Él me había dicho previamente que la intervención se daría de acuerdo a lo que encontrara, una diferencia tan simple entre estar muy bien o muy mal, y el resultado real en medio de eso fue mi ovario izquierdo extirpado.

No sentí nada al escucharlo, quizá por el efecto adormecedor de la anestesia.

Cuando David fue permitido entrar a la habitación, yo había pasado ya por la tortura de haber tenido que ponerme de pie, la breve práctica me sirvió para intentar simular entereza frente a él. Puso sus manos en mis mejillas y un beso en mi frente, un gesto demasiado tierno para nosotros.

—Te dije que todo saldría bien —dijo con su gran sonrisa tonta y yo me contuve para no contradecirlo.

—Ya puedo irme —dije con la voz ronca.

Parecía realmente aliviado al verme, tanto que hasta se tomó su tiempo para bromear con las enfermeras que parecían rendidas a sus pies. Me ayudaron a sentarme en la silla de ruedas, por política de la clínica no podía salir caminando. Él tomó mi bolso y empujó mi silla hasta el estacionamiento.

—¿Estás bien? —preguntó cuando estuvimos sentados dentro del auto.

—Si —fue mi respuesta poco sincera.

Insistí en entrar caminando al hotel donde habíamos rentado una suite, mi valentía solo me sirvió hasta el ascensor, creo que debí haberme puesto muy pálida porque David no me hizo caso cuando le dije que era bueno para mí caminar un poco, me levantó sin esfuerzo en sus brazos y me llevó hasta nuestra habitación.

—Admite que solo te pusiste pálida para que te cargue.

—Me descubriste. Soy una mala actriz.

—Eres la mejor.

Se sentó conmigo en la cama, me quitó los zapatos e incluso me ayudó a ponerme en un pijama flojo de algodón.

—Te pondré calcetines, así no tendrás frío por no usar pantalones.

Lo dejé hacerlo porque tenía razón, y lo dejé acostarse a mi lado porque... David parecía ser la única persona en mi vida y ni siquiera entendía por qué. No me gustaba tenerlo a mi lado todo el tiempo, tener que aceptar su ayuda y dejarlo ser parte de mi vida, quería creer que si volviera el tiempo atrás lo haría todo diferente, seguiría con mi vida y él con la suya, en caminos separados que no se entrelazaran.

—No salió del todo bien —dije mirando al techo—. Me extirparon el ovario izquierdo.

—Lo sé. El médico me lo dijo.

—No debió.

—Soy tu esposo.

—No es real, puede ser medio legal pero no es real.

Control de DañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora