Capítulo 4

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Lo mejor del sexo es no pensar, dejarte llevar por el momento y concentrarte únicamente en tu propio placer, esto implica un acto egoísta; a diferencia de hacer el amor en donde compartir tu intimidad con alguien se vuelve un acto que requiere estar presente, ser consciente del otro. Ni siquiera quería ser consciente de mí misma, solo dejarme llevar por el momento y sentir mi piel encenderse bajo el roce de sus manos.

Cuando David me levantó del sofá en donde me encontraba recordé que era la segunda vez que buscaba huir de mis problemas con su ayuda. ¿Cuándo se puede decir que una acción se convierte en un hábito? La manera que yo solía desconectarme del mundo solía ser más autodestructiva en el pasado, barriendo bajo la alfombra y fingiendo que nada me afectaba, cuando en realidad me afectaba todo.

Caímos sobre la cama, sin dejar de tocarnos, como si nuestras manos hubiesen estado sedientas de algún tipo de contacto humano, besándonos como si respirar no fuese necesario para estar vivos, moviéndonos con torpeza mientras él se quitaba la ropa lo más rápido que le era posible, quizá porque una parte de su cerebro al igual que el mío tenía la duda que nos llevaría a detenernos en cualquier momento.

Debería detenerme, recoger mis cosas y marcharme, dejar de lado mis propios fantasmas que no me dejaban construir algo en mi vida que se asemeje a la felicidad. Mi único amigo no quería verme y no podía recordar la última vez que tuve a alguien en mi vida que fuera constante. Estaba sola.

Me puse de rodillas sobre la cama para alcanzar a David que estaba terminando a desnudarse frente a mí. ¿Quién podría culparme por equivocarme una vez más al acostarme con él? Yo no era alguien que practicara ejercicio alguno, tenía la fortuna de lucir bien sin mayor esfuerzo, pero él parecía ser alguien que visita un gimnasio con frecuencia, no tenía la menor idea de lo que él hacía o dejaba de hacer, toqué sus abdominales marcados y antes de poder tocar su erección, él tomó mi mano deteniéndome, se subió a la cama de rodillas frente a mí y fue su turno de quitarme la ropa; no llevaba demasiado, bastó con levantar mis brazos para que él me quitara el camisón de seda. Su boca fue directo a mi cuello y sus manos grandes apretaron mis nalgas, deteniéndose un momento como si quisiera memorizar las curvas de mi cuerpo.

Un gemido escapó de mis labios cuando sentí su mano en el interior de mis bragas, sus dedos rozaron mi clítoris y su boca se prendió de mi pezón izquierdo. Pude sentir su gran erección presionando contra mi estómago y me estremecí aún más. La primera vez que estuvimos juntos yo había bebido de más y todo fue tan rápido y desordenado que no podía recordar con exactitud lo que había sido.

Esta vez no tenía ningún afán por apresurarlo a terminar, porque todo lo que quería era que no me dejara pensar, que me permitiera perderme en el momento de deseo entre sus fuertes manos que me apresaban contra él, su boca ansiosa que lamía mis senos sin descanso y que se esforzaba por succionar mis pezones. Sus dedos gruesos rozaron mi entrada y puso su pierna entre mis muslos para seguir complaciéndome sin que yo se lo impidiese.

No conocía al hombre que estaba tocándome, realmente no tenía idea de quién era, y por un instante el pensamiento me perturbó. Sus ojos azules me miraron con intensidad, el lucía casi tan agitado como yo, besó mis labios, pero volvió a mantener una leve distancia para observarme mientras uno de sus dedos se deslizaba en mi interior. No dijo ni una sola palabra, pero fue evidente lo que él deseaba de mí.

Gemí otra vez, clavé mis uñas en su cuerpo y moví mi cadera a su ritmo, mientras un segundo dedo se deslizó suavemente probando mi estrechez. Me di cuenta de lo fuerte que él era mientras me impedía alejarme sosteniéndome con una sola mano. Sus labios se estrellaron con los míos y su aparente pasividad cesó. Su lengua se perdió en mi boca mientras sus dedos me penetraban profundamente. Él sabía muy bien lo que estaba haciendo, lo comprendí cuando su pulgar presionó mi clítoris.

Control de DañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora