CAPÍTULO 37

75 7 7
                                    


Seúl – Corea del Sur

Pase toda la noche despierto dejando que mis pensamientos me comieran vivo, mis amigos vinieron para animarme y hablar de lo que se venía más adelante, Nam consiguió toda la documentación que requeríamos para que Momo fuera mi hija ante la ley coreana, no sabía cómo mi amigo había conseguido todo tan rápido, aunque le pregunte muchas veces, él prefirió guardar silencio regalándome una sonrisa llena de cariño, me sentía bastante culpable por presionar así a las personas que realmente me querían, esperaba que no se hubiera metido en problemas por ayudarme.

Ahora solo faltaba mi firma en cada uno de esos papeles para que todo se registrara de manera correcta, tenía muchos sentimientos encontrados, estaba feliz, pero no quería que mi pequeña se viera forzada a vivir conmigo solo para salir de su cruel realidad, Nam entendió mis miedos por lo que me mostro otros documentos que había preparado, en estos yo figuraba como una especie de guardián para la niña, según lo que me explico era que si elegía esa opción Momo iría a un internado y entraría al sistema para un riguroso seguimiento, yo pagaría todos sus gastos de estudios y manutención hasta que pudiera valerse completamente por sí misma, una buena opción por si ella no me quería cerca.

Al ver mi cara de indecisión Jin me aconsejo que dejara que Momo eligiera su futuro, él se ofreció a explicarle a la niña la situación de la mejor manera para que no sintiera presión, estaba de acuerdo y agradecía que mis amigos me cuidaran como si fueran mi familia, decidí que aceptaría lo que eligiera mi princesa sin cuestionamientos aunque se rompiera mi corazón; suspire alejándome del cuerpo de Tae, mi amigo no se despegó de mi lado desde que salí del hospital, nuevamente cancelo todos sus compromisos aunque le pedí que no lo hiciera Tae no me escucho, acomode una almohada entre sus brazos la cual sería mi perfecto reemplazo, esta rápidamente fue apresada por un muy dormido Taehyung, él era único en este mundo, un ser a quien amaba mucho, mi propio ángel guardián hecho carne, acaricie a mi pequeño Mochi quien dormía plácidamente en su camita, mi preciado bebito estaba envejeciendo muy rápido y sabía que pronto me tendría que dejarlo ir, sacudí mi cabeza alejando esos fatídicos pensamientos y me aleje con cuidado de no hacer ruido, camine por el pasillo directo a mi estudio, este era mi santuario de paz donde dejaba que mi mente volara libre para escribir mis obras literarias, bien decía mi hermana que tenía una gran imaginación, ojala pudiera verme ahora cumpliendo los sueños que aún me quedaban, me senté en mi silla y prendí mi computadora para enviar un correo a Jackson, mi pobre editor casi se muere al enterarse que me habían ingresado al hospital, él y su hermana vinieron a verme trayéndome muchos postres deliciosos y un montón de regalos para mi pequeña, Jackson me pidió disculpas por presióname con el trabajo, su hermana lo golpeaba de rato en rato culpándolo de mi agotamiento, sinceramente eso solo fue un factor para mi condición, ellos eran increíbles, ahora tenía un entorno maravilloso lleno de gente que me quería mucho, algo que en algún momento no pensé que tendría.

Abrí el cajón inferior de mi escritorio con la llave que escondía con recelo, adentro guardaba dos pequeñas cajitas, una dorada con lazos marrones, decorada con flores conservadas, esta contenía un regalo muy especial que ya tenía dueña, a su lado había una de menor tamaño, color negro, decorada con un listón azabache, con mis manos temblorosas tome la cajita oscura, mis dedos se sentían entumecidos mientras sujetaba mi propia la caja de pandora, la abrí con cuidado cual si estuviera hecha de cristal, sentía que si se rompía desataría un enorme caos en mi vida destrozandome en mil pedazos, solté un suspiro al ver aquella pieza de joyería que simbolizaba un tesoro, pero a la vez una gran maldición, no entendía porque demonios me torturaba de esta manera, su reluciente brillo trajo de manera vivida todos los recuerdos y miedos que invadían cada célula de mi cuerpo haciéndome temblar cual hoja azotada por una tormenta, aunque pasara el tiempo había heridas que no se borrarían jamás, estaba muy agradecido por mi nueva vida, pero siempre sentía que me faltaba algo, al principio lo ignoraba, pero ese vacío fue creciendo cada día logrando encadenarme nuevamente a un bucle de dolor, con ayuda de Jin pude descubrir que esa sensación desgraciadamente tenia nombre y apellido aunque no lo admitiera en voz alta.

¿Hasta Dónde Llegará Nuestro Amor?  "KOOKMIN"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora