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Hello mis amores que tengan un hermoso inicio de semana, los dejo a con estos raros acaramelados. Los amodoro.  Tengo un proyecto en mente algo controversial pero luego les contaré más al respecto solo que para aquellos que leyeron ELDC puede que haya historia de los hijos de Eric

Fiodor lo observó aquellos ojos de bruja que lo habían hechizado, llevaba tiempo sin preocuparse por eso, había dejado de importar dónde estaba el amarre, solo quería a Eban, embrujado o no. Fiodor acunó su rostro y lo besó con labios tentativos pidiendo permiso hasta que el chico separó los labios para el. Suave, tan suave, caramelo, suyo. Gruñó y se puso de pie, rodeando a Eban con sus brazos los levantó a ambos consiguiendo un grito de sorpresa de parte del pelinegro.

—mio—gruñó contra los labios de Eban mientras avanzaba por el pasillo con Eban en sus brazos. 

—tuyo.—estuvo de acuerdo Eban aferrándose a Fiodor como si de ello dependiera su vida. 

—tuyo—repitió Fiodor. Era suyo, era suyo y eban era de él. 

—si, eres mío y yo soy tuyo —dijo Eban como siempre leyendo al ruso con facilidad. 

Fiodor gruñó su acuerdo contra sus labios. 

El deseo hizo su camino hasta el cuarto dejando a Eban sobre la sábanas. Fiodor lo observó por un momento, todo sonrosado y bien besado, todo suyo. Eban todo suyo, siempre suyo, no lo dejaría, de pronto la pequeña distancia entre ellos le parecía demasiado. Se incorporó sobre el, con sus brazos y piernas en la cama a los lados de Eban. Quería besarlo. Devorarlo, sentirlo alrededor de su polla. Lo quería, pero quería que él también lo quisiera. Fiodor se agachó de nuevo y volvió a besarlo hasta que la ropa entre ellos se volvió demasiado incómoda caliente y apretada.

—Fiodor—lloriqueó Eban, con su dura polla apretando la cadera de Fiodor. Fiodor se apartó solo un segundo para besar su mandíbula y un camino hasta su oreja. 

—¿Qué?

—quitame la ropa.—le rogó con un jadeo cuando sus dientes se clavaron despacio en el lóbulo de su oreja. Fiodor lo saboreó antes de apartarse solo el tiempo suficiente para desnudarse a si mismo y luego ir por la molesta ropa de Eban que impedía que sus pieles estuvieran en contacto. 

—arriba—rugió contra el estómago de Eban antes de besarlo y tirar de sus caderas para arriba intentando arrancar sus pantalones. Eban no tardó en ayudarlo elevando su culo. Para cuándo ambos estuvieron desnudos Fiodor lo cubrió por completo de besos, sorprendiendose a sí mismo de lo mucho que le gustaba oír los gemidos suave de Eban, la mano en su pelo guiando su boca por todos los lugares que debían ser besados. Besó sus pezones, su estómago, su cuello e incluso el sitio donde su muslo se unía a la cadera. El pene de Eban alzado a pocos centímetros de su rostro enrojecido y goteando. 

Fiodor observó del pene en cuestión al hombre que lo portaba, deshecho en la cama y observandolo con esos ojos de bruja,  tan entregados, tan amables y… enamorados? Fiodor no terminaba de entender la emoción cálida con la que Eban lo miraba en ese momento. Nadie lo había visto con ojos de corazón en su vida, pero tampoco nunca había sido tan suave con nadie en la cama (ni fuera de ella para el caso)  se sorprendía a sí mismo de hecho, había disfrutado en el pasado de lastimar a sus antiguos juguetes, mujeres descartables a las que había comprado, alquilado y tirado como basura, como otros hombres habían hecho con su Eban antes de que lo encontrara.

La sola idea de que alguien le hubiera hecho el daño que el acostumbraba hacerle a sus parejas a Eban le revolvía el estómago. Quería vomitar y enfermarse, no. Quería cuidarlo y protegerlo de hombres como él, quería darle placer, tanto placer que se olvidara de su pasado, del pasado de ambos. Fiodor miró la erección de Eban con nueva determinación.

Marica (Pedikom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora