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Hola mis amores cómo están? Un poquito más de estos dos los amodoro.

Fiodor No abrió los ojos, no quería ver. No si lo que encontraba en Eban eran esperanzas y deseos de salir de allí. Fiodor lo entendía pero no quería verlo. Labios dulces encontraron los suyos. Labios que lo hacían sentir querido y a los que quería de vuelta. 

Dedos suaves y fríos contra su piel, acariciando su rostro, su rastrojo, nudillos nudosos. Y su olor, tan suave, tan dulce, como a vainilla y al propio Fiodor, como a algo recién horneado, sus dedos siempre oliendo dulce, a caramelo, a pasteles de vainilla, pastillas de jabón y tierra, y Eban. Y era...

-slat-kii-murmuró abriendo sus ojos, Eban estaba sobre él, esos ojos castaños brillando. Su cabello oscuro, sus ojos de bruja, ojos brillantes sobre piel mate oscuro en comparación con la de Fiodor. Él era todo cálido, como el verano, como si llevará un tenue bronceado consigo.  Agradecimiento y calor suave en ellos. Mierda. Sintió su aliento, su calor, su piel suave contra la suya.  Fiodor era frío y bruto dónde Eban era suave y cálido. 

Y Fiodor lo quería pero Eban no, Eban quería dejarlo y Fiodor no quería verlo.

No.

No podía verlo. 

Sintió dolor en su pecho. Sus ojos ardieron y no, no iba a llorar, los hombres no lloraban eso era... Era de niños y de maricas.  Fiodor no era ninguna de esas cosas.

Fiodor se levantó apoyando  al chico en el suelo antes de salir de la casa con  la puerta abierta para Eban tras él.

Eban podía irse. Eban podía irse y se iría pero Fiodor no se quedaría verlo.

Su camino errante lo llevó hasta el barrio viejo. Podría haber ido al Dom y quizás lo hiciera más tarde, tomar una habitación y una de las putas de Niko, quedarse allí un tiempo, no quería volver a casa, pero tampoco quería ser un phakan ese día.

A casa, se dió cuenta. Un desliz, un pequeño cambio de semantica y una puñalada dolorosa en el medio de su pecho. Como una hoja afilada atravesando capa por capa, carne músculo y hueso hasta su corazón para desangrarlo.

  En algún momento desde que Eban había llegado hasta ese punto dónde se dió cuenta de que lo quería, su cabaña había pasado de ser su guarida a su casa.

Un hogar. El chico cálido de ojos café asustadizos… que ya no lo esperaría en casa, cuando volviera, cuando… Eban no estaría, Eban se iría, lo dejaría atrás como todos los demás. Maldita sea, pensamientos  erráticos y tumultosoos llenaron su cabeza mientras le pedía al cantinero que rellenara su vaso.

Una y otra y otra jodida vez.

Gruñó.

Lo odió, odió a todos.

A su madre que fue la primera en dejarlo al morirse, a su padre por entregarlo a una familia al otro lado del mundo, a su hermana, la perra que había huido y ni siquiera le importa abandonar su hijos.

-suka-murmuró con odio ajeno. Odiaba a todas las mujeres que abandonaban a sus hijos. Empatizan con su sobrino y todos los niños abandonados del mundo.  Odiaba a todos los que abandonaban a otros, a los traidores.

Maldito Eric, también lo había dejado, había dejado que se lo llevarán para salvar su culo y luego se había olvidado de él en ese agujero podrido de la ika-6. Eric era el peor de los Bastardos, manipulador. Maldito. Fiodor podía ser un ruso bruto y sin educación pero la calle le había enseñado a reconocer a personas como él, serpientes que te hacían pensar que les importaba para manipularte y luego dejarte. Igual que Eban, igual que todos. Igual que…

La tormenta de sus pensamientos fue interrumpida por una sola palabra

-Marica.-dijo alguien y Fiodor ya no estaba escuchando, su visión de nubló de rojo. Sangre. Quería sangre.

No importaba a quien se habían dirigido, lo sintió personal. Golpeó  Tan jodidamente cerca de casa que sus pies lo arrastraron fuera de su butaca hasta el hombre que en ese momento se estaba riendo con esa voz burbujeante, gruesa y borracha, esa barriga asquerosamente obscena cayendo sobre unos pantalones demasiado bajos que dejaban a la vista un vientre peludo.

Olía mal, olía a mugre, a sudor, a desaire y su risa le molestó, el hombre le molestó, rodeado de sus amigotes alrededor de una mesa de billar. Todos grandes y gordos. Todos fuera de forma. Fiodor era uno contra 5 pero en ese momento borracho de furia y con más alcohol en vena de lo prudente no le importó. Llevaba horas bebiendo y Quería golpear algo, quería sacar la ira fuera de él y ese hombre lo había provocado sin saberlo. 

Antes de que se diera cuenta su puño se estrelló contra la boca del hombre incauto, no lo vio venir, los dientes se astillaron bajo sus nudillos. Fiodor sintió el olor salobre de la sangre, metálico, su puño dolió, un segundo después, el hombre reaccionó enviando un puñetazo de vuelta, la cabeza de Fiodor nublada de alcohol dió vueltas. Alguien gritó una maldición y luego todo se descontroló.

Hubieron muebles rompiéndose, vasos astillandose, botellas blandidas como cuchillos, en las mesas adyacentes más de uno comenzó a golpear al hombre que tenía al lado solo porque si, solo porque estaban borrachos y furiosos y su ira alimentó la de Fiodor, haciéndola crecer con el dolor que empezaba a pasarle factura en su cuerpo, alguien lo golpeó, intentaron apuñalarlo, Fiodor rompió uno de los palos de billar usándolo como lanza, estaba a punto de atravesar maldito que lo había provocado.

Marica.Marica.Marica repetía esa voz y ya no era la del hombre anónimo, era la de su padre, con asco y Fiodor quería lastimarlo, tan malditamente mal, el viejo ya estaba muerto pero en ese momento no importaba porque era el maldito Pedikom frente a él y Fiodor iba a acabarlo.

Un disparo hizo que todos de detuvieran. El segundo los obligó a voltearse. El dueño del Bar llevaba una escopeta en la mano.

-al próximo que levanté un puño dentro de mi bar les volaré las dos manos-gruñó el hombre, calvo y arrugado se veía feroz a pesar de que debía tener más de 50. -tu-señaló a Fiodor.-largo de aquí.

Dos tipos que eran fácilmente dos montañas lo agarraron por los hombros, Fiodor se removió intentando revelarse pero no pudo hacer gran cosa contra las dos moles que lo arrastraron fuera del recinto empujándolo sobre sus rodillas.

-No te queremos por aquí de nuevo.-gruñeron. Fiodor quiso gruñirles de vuelta como un animal herido y furioso, quería morder, golpear, pelear por su vida,  pero con el aire frío de la noche empezó a despejarse y el dolor comenzó a pasarle factura. Dolía. Dolía todo, por dentro y por fuera.  Fiodor se sacudió intentando levantarse pero una ola de mareo lo obligó a quedarse en el suelo, a un costado de un callejón sucio y solitario. Giró su rostro y vomitó, había sangre fresca entre el hedor ácido del alcohol rancio. Jesus, se sentía tan acabado,  tan cansado. Observó el cielo, no había estrellas que se vieran desde la ciudad, no era como en casa, solo oscuridad, inmensidad y… soledad.

Él estaba solo.

-slat-kii-murmuró a la noche antes de cerrar los ojos y disfrutar del dolor que lo envolvía.

Bada tus que opinan ? Un poquito melodramatico salió mi Fiodor ?

Marica (Pedikom)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora