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Caminaba por los pasillos de la academia rumbo a la salida pues la clase ya había terminado, mi paso era lento y tranquilo mientras que mis manos reposaban en los bolsillos de mi pantalón.

Todo se encontraba en calma, lo único que se podía escuchar era el caer de la lluvia de manera constante. Hace tiempo que no llovía tan fuerte.

En mi bolso sentí el vibrar de mi teléfono así que detuve mi paso para revisar.

Mamá:

Asegúrate de cerrar todo, Ian. Te amo, cuidado de camino a casa.

20:50

Ntp

21:01

Miriam se había ido 10 minutos antes de que acabara la clase por una "emergencia" lo que claramente significaba que estaba preparando algo para la próxima competencia, de igual forma no pensaría mucho en eso, estoy seguro de que me contará al respecto cuando llegue a casa.

Karla fue con ella lo que me dejaba solo a mi, claro que yo no esperaba que de repente lloviera excesivamente, maldito pronóstico.

Seguí caminando para después dar vuelta a la izquierda pues ahí estaba la salida. Detuve mi caminar al observar las puertas de dicha salida.

A unos metros de mí estaba Mónica de espaldas con el suéter verde en sus manos, se encontraba mirando hacia afuera mientras tambaleaba su cuerpo de adelante hacia atrás.

Era obvio que me había esperado, ya no quedaba ningún alumno en todo el conjunto.

Seguí observando por unos segundos, en este lugar fue donde nos hicimos amigos.

Respiré hondo y me acerqué, una vez que estuve cerca me posicione a su lado, ambos nos miramos.

—Hola —me saludó mientras sonreía.

—Hola, Mon —dije sin expresión alguna—, ¿qué haces aquí todavía? —pregunté.

Con su delicada mano pasó su cabello tras la oreja, —¿No es obvio? —preguntó apartando la mirada por unos segundos.

Mónica a mis ojos era la persona más tierna que podría conocer en toda mi vida.

—No, y aprovecharé para recordarte que es de mala educación responder a una pregunta con otra —dije desafiante cruzando mis brazos.

Mónica rió por lo bajo y con su mano izquierda me dio un pequeño empujón, —Tu sonrisa burlona no logra nada, Ian y no, no es de mala educación —bajó su mirada y como si rápidamente recordara algo pegó un pequeño salto—. Quería devolverlo, fue demasiado amable de tu parte, casi no lo usé anoche pero de todas formas lo lavé.

Extendió ambas manos para darme el suéter. Lo tomé y a penas Mónica levantó su mirada plante el suéter en su cabeza.

—Lo escogí para ti, ya dije que combina con tus ojos ¿no? —la miré y sonreí.

Pude notar un leve sonrojo de parte de Mónica pero claramente lo dejé pasar.

Nos quedamos unos minutos en silencio mientras ambos nos mirábamos, sin poder evitarlo centré toda mi atención en ella, recorriendo con mi mirada cada facción de su rostro hasta llegar a sus ojos, los ojos que lograron hacerme pensar en ella toda la noche aquella vez que la vi por primera vez.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora