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Mi respiración era irregular, pero no me molestaba.

Mónica soltó mi mano lentamente volteando la mirada, Miriam se acercaba, —Me fascina —habló calmada—. Bien, como sabran no he decidido el final, siento que el baile es muy íntimo, debería tener algo de ambos.

Gire mi mirada a la peli negra de ojos verdes a mi lado esperando respuesta y noté como éstos brillaban, quizá de emoción.

Ya había hablado de esto con Miriam, así que no me sorprendía su comentario.

Recordé la foto con la escultura en el museo y un cosquilleo leve apareció en mi estómago. Ante mi reacción puse una cara de asco, ser el chico bueno estaba completamente bien para mi, pero, ser el chico cursi, eso si que iba más allá.

—A mí me encantaría —respondió Mónica podía ver lo ansiosa que estaba gracias a ello—, siempre he querido hacer una coreografía —sonrió.

Frunci el ceño a consecuencia de sus palabras, —¿No lo habías hecho ya? —pregunté.

—Me da algo de vergüenza decirlo, pero no, nunca tuve la oportunidad de hacerlo.

¿Y aún sin hacerlo ya tenía pensado plasmar la idea de la estatua? Sonreí ante su confesión cosa que la confundió.

—Deberás ayudarle bastante entonces, Ian —dijo Miriam—. Eres bastante bueno para eso.

"Eres bastante bueno para eso". Repetí las palabras en mi mente y de nuevo una sonrisa se me escapó al recordar a Mónica enfadada luego de ganarle incontables veces en el Mario Kart.

—¡Maldito Yoshi! —exclamó cuando la logré rebasar.

Reí y gané antes de que continuara maldiciendo.

—Ya puedes rendirte, nini —remarque lo último para hacerla molestar un poco más—. Soy increíblemente bueno para el Mario Kart.

Mónica bufó cruzándose de brazos.

—Déjame en paz, te lo advierto Ian —murmuró.

Maldita sea, como me encanta verla así de enfadada y como me llevaría un golpe si la seguía molestando un poco. Tiré el mando en algún lugar y me acerqué un poco, bueno, bastante a Mónica.

—Si crees que voy a aguantar una más de tus... —se detuvo al notar lo cerca que estaba.

Un ataque de ternura me golpeó más fuerte que ese cojín que ella tenía ya preparado pero que no tocó mi cabeza, por suerte.

—¿Puedo...? —pregunté a medias.

Mónica también se molestaba un poco cada que hacía eso pero muy pocas veces le robaba algún beso, prefería pedirlo.

Sus mejillas tomaron ese leve color rojizo que tanto me fascinaba mientras asentía lentamente. Sin pensarlo demasiado me acerqué hasta sus labios y la besé, podría hacer esto por horas. Sus manos seguían rodeando mi nuca cuando dejé de besarla y ella avergonzada bajó la mirada con una sonrisa.

—Si que eres bastante bueno para esto —dijo.

—¿Para el Mario Kart? —pregunté.

Mónica negó con la cabeza, —Eres demasiado bueno besando, Ian.

Mi corazón, oh mi pobre corazón.

Dejé el recuerdo de lado. Aunque sin duda ése es uno de mis días favoritos.

—Soy bastante bueno para muchas cosas —murmure mirando a Mónica y ella solo respondió con su sonrojo. Claro que sabía que no me refería precisamente al baile.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora