A la mañana siguiente todo sucedió bastante rápido. Mi padre no se fue temprano como la mayoría del tiempo y estuvo a mi lado en todo momento al igual que mi tía.
—¿Tienes todo? —Victoria preguntó preocupada y yo asentí.
—Por Dios, debes calmarte —le dije luego de pasar un bocado de la tostada que tenía en mi mano—. Tengo veinte años y parece que es el primer día de un preescolar.
Bowsy a mi lado se paseó por mis pies para que le diera un poco de lo que estaba comiendo, cosa que hice.
Sentí un pequeño golpe en mi brazo izquierdo.
—Deja de darle comida, es malo —dijo mi padre acercándose, sabrá Dios si en realidad es malo que Bowsy coma algo que no sea alimento para perros—. ¿Cómo te sientes?
Miles de cosas inundaron mi cabeza. El día de hoy amanecí muchísimo mejor físicamente pero sin duda estaba muy asustada, era mi primera competición oficial desde hace más de ocho años.
—Bien —respondí para no dar muchas vueltas.
—Con eso nos basta, creo —dudó mi padre.
Luego de esperar diez minutos más salimos de casa, me despedí de Bowsy y tanto mi tía como mi papá subieron al auto para ir hasta la academia donde nos esperaba el autobús que nos llevaría a otra ciudad, ya que los estadales no serían aquí debíamos viajar.
Sentí una presión en mi estómago al cruzar en la esquina que nos dirigía hacia la academia.
Al bajar pude ver a algunos de los chicos que ya estaban allí con sus maletas.
Karla se acercó hasta donde estaba con mi familia a quienes saludo con su característico carisma.
No pasaron más de cinco minutos cuando Miriam anunció que era hora de subir al autobús.
Me despedí de mi familia, ambos me desearon lo mejor y me llenaron de besos pidiéndome que no olvidara enviar mensajes de todo lo que sucedía, cuando terminaron de despedirse subí al autobús donde todos los chicos ya estaban ubicados, habían muchos espacios libres pero noté que casi al final Ian estaba a solas con unos audífonos puestos. ¿Quería ir solo?
Pensé por un momento si debía o no sentarme con él y sin duda decidí acercarme.
Cuando llegué él de inmediato se percató de mi presencia.
—¿Puedo sentarme? —pregunté.
Ian sonrió.
—Claro que si, Steven.
Me senté y no cruzamos más palabras hasta que el autobús llegó a la salida de la ciudad y yo empecé a acercarme más a la ventana para observar lo que dejábamos atrás.
—Es lindo ¿no crees? —me preguntó también perdido en los árboles que cada vez se hacían más densos.
Al salir de la ciudad había un largo camino de bosque que era demasiado hermoso, no era muy común en lo cotidiano de la urbe.
—Bastante —sonreí.
Dejé de lado la bonita vista y noté que Ian aún llevaba sus audífonos, sin tener que pedirlo él extendió uno hacia mi y yo lo acepté.
Me moví un poco para ver lo que hacían los demás y reí cuando vi a Karla durmiendo plácidamente en el hombro de Miriam.
Recoste mi cabeza en el asiento, era bastante cómodo.
Hasta donde sabía el viaje era de unas dos horas así que no tardaríamos demasiado.
Ian parecía pensativo, podía asegurar que no estaba nervioso pero algo lo mantenía distraido.
ESTÁS LEYENDO
Bajo la lluvia
RomanceAún siendo una niña Mónica siempre soñó con ser una bailarina profesional, justo como lo era su madre, pero su sueño se vio afectado al momento de perderla y no precisamente por algo natural sino por la decisión propia de abandonarla. Mónica dejo ba...