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Un día te das cuenta de que no todos se quedaran contigo, ni si quiera las personas mas allegadas, e incluso personas como tu familia se apartaran.

Ya a mi edad, me doy cuenta de que todo está cambiando, día a día lo noto. Las personas que pensaba que estarían para siempre no lo están y ver que hay personas nuevas con las que nunca imaginé cruzar palabra es algo abrumador que me hace sobre pensar en el hecho de perderlas sin si quiera tenerlas aún.

Me cuesta confiar, siempre alguien traicionaba la confianza que les ofrecía. Pero, extrañamente, desde aquel día en el que estuve sentada hasta altas horas de la madrugada en mi balcón sentía que el muro que creaba para evitar confiar se estaba derrumbando, cosa que a mi parecer debía ser al contrario. Eso me asustaba.

Dejé mis pensamientos de lado y empecé a prestarle atención a Karla que maneja su computadora mientras come un chocolate, ya veo porque siempre está casi vacío el tarro donde se encuentran los dulces.

Yo por mi parte estoy sentanda a su lado en una pequeña silla mientras doy algunos masajes en mis pies que duelen a cantidades.

Ya había pasado una semana desde que entre a la academia, estaba agotada por tanto esfuerzo.

Karla había sido de gran apoyo para mi durante esta semana, sin duda era muy buena conmigo y me dejaba estar a su lado siempre que yo lo deseara.

Es lunes así que hoy fui al trabajo, al terminar mi turno tomé un taxi de inmediato para llegar a la academia, estaba cansada, y eso sin contar que me falta la peor parte, la clase de hoy. Mis pobres pies van a morir.

—Deberías decirle a tu jefa que te deje más días libres, así no te cansas tanto —Karla murmuró sin despegar la vista de su trabajo.

—Sabes que no puedo hacer eso. Morgan me mataría. Yo decidí intentar que esto funcione y en verdad es lo que quiero, debo esforzarme —dije con cansancio.

—El único día que vienes a la academia sin ir al trabajo es el sábado —se giró para mirarme a los ojos con ganas de ejecutarme—. Te vas a desgastar demasiado, Mónica.

Y es así, sé que Karla tiene toda la razón, pero no quiero dejar la cafetería, ya se había vuelto parte de mi rutina.

—Mientras trabajo puedo ayudar a mi padre a pagar las cuentas y es necesario, me gusta hacerlo. Además, tendré el domingo para descansar ¿no te parece suficiente? —rodó los ojos— Ya no lo voy a cuestionar, cerrado el tema.

—Vas a envejecer antes de tiempo, Mónica —soltó fríamente y yo reí por su preocupación, no me interesa envejecer.

...

Por lo visto había entrado en buen momento a la academia, tan solo en unos meses habría espacio para la primera competencia de baile seguida de muchas otras.

Nos encontrábamos reunidos en un círculo mientras Miriam iba decidiendo quienes protagonizaban los bailes, los cuales se conformaban por uno grupal, varios solos y un dueto.

En el grupal claramente participaban todos, de los solos estaban Olivia y otra chica que desconocía. Cabe destacar que no son los únicos pero solo pude recordar que las mencionaban a ellas dos.

—Y por ultimo nuestro dueto, esta vez saldremos un poco de la rutina ya que los elegidos para éste son nuestra nueva alumna Mónica e Ian —anunció con una sonrisa.

No mostré ni una sola expresión en mi rostro.

¿Tengo que bailar con ese fastidioso?

—No pienso hacerlo —manifestamos al unísono para luego vernos con riña.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora