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¡Rapido, rapido, rapido! Quiero que vea lo bonito que quedó.

—Mamá —la llamé dejando de lado mi crayón azul con una sonrisa.

¿Estará ocupada de nuevo? —pensé.

—¿Qué sucede, Mónica? ella se asomó desde la cocina con un teléfono en su oreja.

—¿Podrías venir? Por favor —pedí.

Sin darme una respuesta colgó su teléfono empezando a acercarse con esa linda sonrisa de todos los días, es tan hermosa.

—¿Qué deseas, linda? —me preguntó sentándose a mi lado y rodeando su brazo sobre mis hombros.

—Mira el dibujo que hice —le señale el papel en el cual había dibujado a nuestra pequeña familia—, aquí estas tu, aquí esta papá y aquí esta Mónica me señale bromeando y ella rió pero justo en ese instante vi la duda en sus ojos—... y ese es perrito, quiero un perrito —dije ahora señalando la pequeña bolita gris.

Mi madre rió y me miró con orgullo en sus muy lindos ojos cafés.

—¡Esta muy hermoso tu dibujo! —exclamó emocionada ignorando lo último que había mencionado— Dibujas muy bien para tu edad, Mon.

Levanté mis manos y las puse en sus mejillas.

—¡Mamá! Solo lo dices porque soy tu hija —me distraje y olvidé por completo la razón del dibujo, ella negó con la cabeza lentamente.

—Claro que no, Mónica —me piqueteo el cachete con la mano libre y de nuevo esbozó su hermosa sonrisa.

Y luego... luego todo desapareció.

...

Desperté con fastidio y con una fuerte migraña, pasé mis manos unas cuentas veces por mi cabeza desordenando así mi cabello, si es que podía lograr desordenar más el desastre que ya había.

Tras un bostezo me dirigí a la ventana y de esta forma pude ver que hoy sería un bonito día lluvioso, sonreí inconscientemente, me encanta la lluvia. Cerré las persianas y fui camino a la ducha.

Bajé las escaleras y tome dirección a la cocina de la cual proviene un aroma delicioso.

—¡Buenos días, tía! —me acerqué lo suficiente y la abracé por la espalda— ¿Dónde está papá?

Me quedé unos segundos abrazada de Victoria, no hay momento en el que no quiera sentir el calor y amor que desprende de ella.

—¿Tu padre? Ya se encuentra en el trabajo, como siempre —tomó mis manos con las suyas y luego de esto suspiró—. Solo tiene mente para trabajar, lo sabes.

Asentí y sin darle mucha importancia fui a la encimera en la cual me recoste tomando mi celular.

La mayor parte del día me la pasaba sumida en mi teléfono revisando cualquier cosa.

"Zapatillas Capezio"

Despegue la vista por unos segundos divisando a mi tía, noté que estaba ocupada así que rápidamente entré a la página.

Hace tiempo que me hacen falta unas nuevas zapatillas, he desgastado completamente las que tenía.

"40$"

—Ahí viene el tormento —dijo mi tía quien me sacó un pequeño salto al tomarme desprevenida.

A lo lejos escuché unas pequeñas pisadas, sonreí dejando de lado mi teléfono en su totalidad.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora