Esa noche, la noche en la que todo cambió, Ian estuvo justo ahí. Aquella noche era muy significativa para mi, ver la academia, recordar y tener la última charla de mi padre sobre el tema más desesperante de mi vida, todo eso fue parte del cambio, trabajé por años en mi tratando de recuperar una parte de lo que era y justo esa noche lo intenté.
—¿Ojos de aceituna? —pregunté ignorando toda la situación.
Ian parecía muy divertido ante mi pregunta y no dejaba de sonreír estúpidamente.
Si antes pasar el rato con Ian era de mis cosas favoritas podía asegurar que en este momento lo era mucho más. No era diferente en absoluto pero sin duda las cosas habían cambiado un poco luego de la pequeña confesión que ambos dejamos pasar.
No estoy segura de cuanto tiempo había pasado y tampoco es como si me importara mucho, pero al momento de estar en el porche del lugar donde me hospedaba junto a Karla lo pensé.
Di un paso hacia Ian y lo abracé, en verdad disfrutaba poder abrazarle y sin dudas era nuestra típica despedida.
Le di una última repasada y antes de girarme Ian tomó mi mano deteniendo la acción.
—Te esperaré todo el tiempo que sea necesario —comentó.
Mis labios se curvaron en una sonrisa tonta que no pude evitar y luego de otro abrazo y una breve despedida me encontraba en la sala. Miré mis manos mientras las movía de un lado a otro, sigo sin creer que esto sea real. Y luego de un chillido y un pequeño baile de victoria fui a la habitación.
¿Entonces si fue un sueño?
Ante ese estúpido pensamiento abrí mis ojos algo alterada y me senté en la cama, miré la ventana de donde provenía la luz de la mañana y el canto de los pájaros ya era presente.
Me quedé quieta por un momento recordando todo lo sucedido con una mano al lado derecho de mi cabeza y al cabo de unos minutos recordé todo.
No fue un sueño, solo pasó y soñé con eso, que cursi amanezco.
El carraspeo de Karla a mi lado me hizo girar en su dirección.
—No creo estar en una sana posición de preguntar esto pero ¿tienes algún extraño problema que no hayas mencionado aún? —Karla tenía una ceja levantada y yo solo reí como respuesta.
—Perdón —dije un poco después estirando los brazos.
Seguro fue extraño presenciar dicha escena.
—Perdonada —contestó—, me asusté un poco, debo admitirlo.
Karla se ajustó los lentes que llevaba puestos y se volvió hacia su ordenador.
Curiosa me acerqué a su lado de la cama para mirar lo que hacía.
—¿Somos nosotros? —pregunté al ver el escenario de ayer, Karla asintió.
—Quiero subir algunos vídeos —respondió haciendo quién sabe qué en el editor—. Ayer abrí el canal en YouTube.
Karla dejó el editor y me mostró la pagina principal de su canal.
—¿Y dónde está tu foto? —señalé la foto de perfil que solo era un bonito paisaje, seguro la foto la había tomado ella.
Karla apareció divertida.
—No quiero que la atención del canal se centre en mi, es por la academia, no por mi.
No pude contener la sonrisa que se formó en mi rostro, Karla continuó con lo suyo y yo tomé mi telefono antes de ir a hacer la rutina diaria.
ESTÁS LEYENDO
Bajo la lluvia
RomanceAún siendo una niña Mónica siempre soñó con ser una bailarina profesional, justo como lo era su madre, pero su sueño se vio afectado al momento de perderla y no precisamente por algo natural sino por la decisión propia de abandonarla. Mónica dejo ba...