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Antes sentía que mi tiempo era extraordinariamente reducido. Ahora sin duda es todo lo contrario, podía sentir que me sobraba muchísimo tiempo y fue algo que Karla notó. Tan pronto como pudo me invitó a acompañarla desde temprano en la academia.

—Moni Mon —levanté la vista de mi teléfono para mirar a Karla—. Iré al baño, cubreme.

La miré alejarse antes de poder darle una respuesta.

Sinnceramente debo considerar muy bien el hecho de si Karla en realidad va al baño tantas veces —y llevarla al médico con urgencia—, o si simplemente va a charlar por ahí. Apostaría todo por la segunda opción.

El ambiente de la academia sin duda era extramadamente agradable, amaba estar aquí. Debo admitir que no he dejado de pensar en cada palabra de Morgan, es algo en lo que pienso a diario, pero agradezco poder estar aquí y al menos ayudar en lo que cabe.

Solté un largo suspiro, quizá debo enfocarme o... maldita sea Mónica, necesito conseguir algo para encajar todas las piezas de mi vida.

Incliné mi cuerpo hacia la encimera, con los ojos cerrados, pero en vez de sentir la encimera llegué al frío suelo. Ultimamente he estado el doble de torpe, eso o no logro razonar bien, que estresante se ha vuelto todo.

Quisiera quedarme en el suelo pero hago un intento por levantarme no sin antes buscar mi teléfono, espero no se haya quebrado.

Me levanto de un golpe y al estar de pie la campanilla del gran escritorio suena. Frente de mi hay un chico alto de ojos verdes y cabello obscuro.

Mierda, prometí cubrir el puesto de Karla y seguramente este chico pensó que no había nadie, que mala impresión.

—B-buenas tardes —balbuceo.

El chico me mira fijamente y sonríe, —Sin ofender pero, ahora creería que son mucho mejores —respondió.

No entendí para nada a qué se refería pero no estoy para charlar. De todas formas he aprendido a ser cortés y en caso de no entender algo que alguien te ha dicho sólo debes sonreír y asentir.

—¿Necesitas algo?

Dios, que estúpida eres Mónica. El chico viene con ropa de ensayo. Otra pregunta hubiese quedado mejor.

—A ti.

Enarque las cejas, que comentario más fuera de lugar.

Iba a responder de la forma menos grosera posible pero sentí la mano de alguien en mi hombro, era Karla.

—Mi amiga no es una clase de objeto o cosa que puedas necesitar, con todo respeto —respondió Karla haciéndome a un lado ligeramente—. Sé quién eres. Lamento informarte que el ensayo aún no empieza, estamos a media hora de que el turno de los estudiantes menores terminen la practica.

—Puedo esperar.

—Allí hay varios sillones —señaló.

El chico resignado sin poder seguir hablando se dirigió a los sillones a unos cuantos metros.

Karla bufo, —No debí dejarte sola, perdóname —me miró con cara de borrego—. Claramente ese chico es muy guapo pero es un idiota si juzgamos por esos coqueteos inútiles.

La miré confundida, —¿Coqueteos? No noté que te coqueteara, Karla.

Karla me miró con confusión para dar un suspiro, —Mon, tienes tantas cosas en la cabeza que ya ni si quiera notas las cosas a tu al rededor. Te estaba coqueteando, a ti.

Me senté de nuevo y retomé la situación, fue tan evidente.

¿Qué me sucede? Yo no solía ser tan inocente y mucho menos tan estúpida, vaya lío.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora