1. Encanto

87 13 81
                                    

JACK

Y ahí se encontraba Dammy, ensimismada con sus pensamientos ─de seguro soñando con alguno de esos famosos que le gustan─, y sin darse cuenta que la profesora Inclemencia la había estado llamando desde hace un buen rato.

A la tercera llamada Dammy al fin reaccionó, levantándose instantáneamente de su asiento y tratando de sonreír, fracasando miserablemente ya que solo le salió una mueca. La profesora Inclemencia le reprendió sin piedad, y aunque Dammy intentó alivianar el ambiente con uno de sus chistes solo logró exasperar más a la profesora.

─¡¡Señorita Damaris Lafever!! ─le gritó por su nombre completo, a lo que Dammy se sobresalta─. ¿Me puede despejar esta fracción? ─le preguntó la profesora Inclemencia a Dammy, mientras señala la pizarra con su dedo.

Dammy miró las ecuaciones y los escritos, pero evidentemente terminó aún más confundida que al principio. Su expresión la delató. Era comprensible: si uno le echaba una mirada rápida a la pizarra durante la clase de la profesora Inclemencia, lo único que veía eran letras y símbolos extraños, sin orden ni sentido aparente.

─Respondiendo a su pregunta, mi estimada señorita Clemencia... Nop, no puedo despejar esa fracción ─respondió Dammy, con una valentía digna de admirar, pero que le costaría muy caro.

La profesora Inclemencia se acercó a su escritorio, agarró una tiza y, con un movimiento, una puntería y precisión increíble, logró tirarle la tiza a Dammy justo en la cabeza.

─Muuuy bien, señorita Lafever. Se ganó un 1 en Matemáticas ─sentenció la profesora Inclemencia.

─¡Genial! ¡Otro 1 a mi colección! ─exclamó Dammy, con notable tono sarcástico.

Ante su comentario todos en el grado nos reímos. Dammy siempre había sido así, divertida y simpática, siempre saliendo con sus comentarios graciosos ─a veces hasta sarcásticos─, o chistes malos; pero haciéndonos reír.

Para cuando me dí cuenta, Dammy me estaba mirando fijamente, con sus profundos ojos azules fijados en mí. Aquello me había puesto un poco nervioso, pero no tan nervioso cuando la susodicha me guiñó el ojo. Rápidamente desvié la mirada, avisando que mis mejillas se habían vuelto las parientes más cercanas a dos focos rojos.

“TUM-TUM, TUM-TUM”

“¿Por qué será que me pasa esto...?

Dammy siempre había sido una chica diferente a las demás. Friki, torpe e impulsiva, pero siempre transmitiendo una energía alegre y animadora; así se podía describir la personalidad de Dammy. Su personalidad no había cambiado en lo absoluto, desde aquel día que la conocí, a los diez años...

⚡⚡⚡

FLASHBACK
Me encontraba sentado en una de las bancas de bonito parque, saboreando el dulce sabor de un helado de chocolate mientras disfrutaba del hermoso clima de Los Ángeles, ciudad en donde me encontraba de visita en esos años.

Esa tarde había salido de paseo al parque acompañado de Willy, mi mayordomo personal. Mis padres no habían podido acompañarme, ya que estaban arreglando unos asuntos de su empresa; tampoco era que me importase mucho, yo ya estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones.

Luego de haber terminado mi helado y comerme el cono de galleta lanzé el empaque del helado al suelo, con pura despreocupación. Y me disponía a irme del lugar hasta que sentí como alguien me dió un toquecito en el hombro.

─¡Ejem! ─Escuché a alguien carraspear a mis espaldas, por lo que me volteé y me encontré con ella.

Dammy. A sus diez años ella era una niña un poco gordita y de piel sonrosada, de corto cabello pelirrojo, con muchas pecas adornando sus mejillas coloradas, y de unos intensos ojos azules. Recuerdo muy bien, Dammy lleva un overol azul y una blusa de rayas rojas.

La vida de una superheroínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora