2. Nuevas amistades

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IVETTE

─Señorita McFlloyd, venga un momentico ─Me llamó la profesora Clemencia a su escritorio.

─A-ahí voy, profesora Clemencia ─respondí, un poco nerviosa.

Me levanté de mi asiento para dirigirme al escritorio donde la profesora se encontraba sentada y me coloqué frente a ella. La profesora Clemencia estaba tomándose una taza de café bien caliente, mientras me miraba fijamente, lo cual aumentaba mis nervios.

"Me contaron que esta profesora es muy exigente, y que hasta la llaman profesora Inclemencia." Pensé con cierto temor.

La profesora Clemencia dejó su taza de café sobre el escritorio, para tomar un aparatito circular que se encontraba cerca y apretar el botón celeste que se tenía este, a lo que un holograma del esquema del Instituto se reflejó en el aire. Miré el holograma hipnotizada, aún sorprendida con la avanzada tecnología con la que contaba la ciudad.

─Como usted misma puede ver, señorita McFlloyd, el San Francisco Central Institute es un edificio enorme y con varios lugares los cuales visitar. Para los estudiantes nuevos como usted sería fácil perderse, por lo cual pronto se le designará un robot guía para que la acompañe a donde sea que vaya en el Instituto. Mientras tanto, una compañera suya le ayudará a guiarse, y esa será...

─¡Ahhh! ¡Por Dios, Dammy! ─Se escuchó un grito (no muy masculino, que digamos) proveniente de un chico, interrumpiendo a la profesora.

Me giré y vi a dos estudiantes juntos, una chica pelirroja que se encontraba parada frente al asiento donde se encontraba un chico rubio, conversando bien cerquita.

"Mm, ese chico rubio se me hace extrañamente conocido." Dije para mis adentros.

─Huy, perdón. Pero te llevaba llamando desde hace un bueeeen rato ─dijo la chica pelirroja.

─A-ah... lo siento... ─respondió el chico rubio, mostrándose levemente ruborizado.

─Bueno, bueno. Cambiando de tema, ¿vendrás a almorzar conmigo, gruñoncito? ─le preguntó la chica pelirroja, apoyando sus dos codos en la mesa del chico rubio.

─Oh... ¡claro! ¡Por supuesto que sí! ─exclamó el chico rubio, mostrándose más feliz de lo esperado.

─¡Genial! ¡Ámonos! ─festejó la chica pelirroja, igual de feliz.

"Solo van a almorzar juntos, ¿por qué tanta emoción?" Pensé. "Han de ser novios, de seguro." Concluí.

Ambos se levantaron al unísono, y se les notaba que estaban muy sonrientes y con las mejillas sonrosadas, con un evidente brillo en sus ojos.

─¿Nos vamos, gruñón? ─Volvió a preguntarle la chica pelirroja al chico rubio, extendiéndole su mano para que la acompañe, a lo que este la acepta sin dudar y con las mejillas sonrojadas.

─Por supuesto que sí ─afirmó el chico rubio, con felicidad.

"Sip, efectivamente son novios... o por lo menos enamorados." Dije para mis adentros.

Ambos comenzaron a dirigirse hacia la salida del salón, bien juntos y felices como unos verdaderos tortolitos, pero la profesora Clemencia los detuvo sin piedad.

─Señorita Lafever, regrese para acá ─Le llamó la profesora Clemencia, interrumpiendo el paraíso romántico de ambos jóvenes.

"Rayos, yo quería que siguieran derramando miel. Con razón la llaman profesora Inclemencia." Me quejé para mis adentros.

La vida de una superheroínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora