Hiccup es un brujo mitad mortal que vive en la aburrida Isla de Berk, la cual es tan pequeña e irrelevante que algunos olvidan dibujarla en los mapas. Junto con Toothless, su gato mitad dragón mitad demonio que le hace la vida imposible, trata de so...
Resumen: Teniendo el tiempo medido por el Consejo de Brujas, Hiccup tendrá que juntar evidencia que prueba que hay alguien dentro de su cabeza, quien lo obliga a decir y hacer cosas que no quiere. Astrid tiene que hablar con el padrastro de Heather, Oswald, quien está a punto de advertirle algo importante... ¿Qué puede ser?
Dónde Hiccup recolecta evidencia.
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En realidad, el padrastro de Heather, casi nunca salía de su cobertizo. Oswald era una persona muy agradable, claro, pero muy huraña; había toda una razón detrás, claro, y esa razón no tenía nada que ver con el hecho de que era un brujo y que su único hijo (de sangre) sea miembro del consejo de brujas. En realidad tenía un poco más que ver con una enorme herida en su cuello y su incapacidad de hablar gracias a esta.
Conocía a los ángeles. Se había enfrentado a ellos antes, por eso fue de los primeros en ser alertados cuando se dio la invasión en la Academia; Hiccup y sus amigos habían corrido suerte de no salir lastimados... Bueno, casi todos.
No, no me refiero a Hiccup.
Astrid sentía que algo la estaba molestando. Le dolía un poco la cabeza y sentía la vista cansada, como si se estuviera esforzando un poco más para ver, no sabía si era su imaginación, pero las cosas de lejos empezaban a verse algo... diferentes, sus contornos no se observaban bien, sino un poco difuminados, como si alguien le hubiera puesto de esos filtros en las fotos para suavizarlos. Se dio cuenta cuando, estando en el auto de Heather, observando la lluvia caer, quiso leer uno de los letreros con el nombre de las calles, las letras tenían este problema, por lo que ahora, tenía que entrecerrar un poco los ojos, cosa que ella jamás había tenido que hacer. No solo eso, el letrero del bar fue especialmente difícil, ya que el color amarillo era complicado de leer para ella.
Tal vez solo estaba cansada.
Pero no dejaba de pensar en que ella había visto a un ángel a los ojos, ¿eso era algo importante, cierto? Maeve le había curado, el problema es que solo le tocó el pecho y no los ojos...
En eso estaba pensando cuando llegaron a la casa de Heather, la pelinegra estacionó el auto en la entrada del patio trasero, justo frente al cobertizo. Miró brevemente a Astrid cuando apagó el motor del auto; recuperó el color de su rostro después de comer, sin embargo, ahora había unos semicírculos oscuros debajo de sus ojos, revelando lo poco y mal que había dormido, tenía las mejillas y nariz enrojecidas por el frio (artificial) de Berk, así como por el que traído por la lluvia (provocada por Valka), llevaba puesto un suéter de hilo, con cuello de tortuga, de un suave color azul, así como unos pantalones de mezclilla cómodos, sus botas café para la nieve (misma que, además de ser artificial, se estaba derritiendo), el cabello en una apretada trenza que le caía por la espalda. Heather usaba una chamarra gris que le llegaba hasta las rodillas y al igual que su amiga, estaba sonrojada por el frio.
Antes de que la pelinegra pudiera decir algo, Astrid suspiró y abrió la puerta para salir. Heather dudó, pero terminó siguiéndola, sintiendo las gotitas de lluvia en su cuero cabelludo y en el rostro; la rubia caminó por el lugar, cuidándose de los charcos y el lodo hasta que encontró el camino de concreto que llevaba a la puerta del cobertizo, el cual para ella tenía aspecto de ser una versión en miniatura de la casa de Heather, solo que sin todas esas ventanas. Esto debido a que estaba pintada con la misma pintura de la casa (amarilla) y el tejado tenía las mismas tejas anaranjadas.
