1.1. El as bajo la manga

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Cuando la puerta a su costado se abrió de repente y el verdadero dueño del carruaje entro, ya era demasiado tarde para que Noah intentara algo.

Por un momento indefinido ambos se miraron directamente a los ojos sin hacer ningún otro movimiento, mientras el coche seguía andando en paz.

El recién llegado portaba un pesado traje al estilo militar de un muy alto grado a pesar de su juventud, con cejas como espadas, nariz recta  y ojos penetrantes, sus rasgos de seguro lo hacían muy popular, pero bajo su aparente calma, Noah sabia que la fuerza de su impulso estaba allí y no se podía subestimar. Era un alma fuerte.

Noah tuvo que actuar primero. En un solo movimiento lo tomo por el frente de su ropa y lo jaló hacia si mismo, aprovechando el impulso lo hizo perder el equilibrio y caer sobre la silla del carruaje.

En un rápido movimiento se acercó sobre él y se preparó para presionar sus puntos de acupuntura; pero el mariscal como si hubiera conocido sus intenciones hace mucho tiempo, fue más rápido que él, tomándolo de los brazos lo inmovilizo  y lo hizo caer sobre sí mismo.

De alguna manera confusa ambos rodaron y cayeron sobre el suelo, Noah aun siendo presionado por  él.

- ¿Qué quieres?

La voz del mariscal era profunda y resonaba claramente en medio del pequeño espacio, no se podía deslumbrar ningún tono de enojo, pero Noah lo sabía bien. Entre más silencioso, más peligroso era.

En una artimaña, Noah liberó su brazo y llevo su mano izquierda hacia el cuello del mayor en un intento de ataque, pero en realidad, en su mano derecha una astilla de madera entre sus dedos se estaba preparando.

El mariscal frunció el ceño levemente y sin dejarse engañar, rápidamente atrapo ambas muñecas llevándolas por encima de su cabeza, al hacer esto, sus rostros se acercaron y los latidos de ambos también se aceleraron, fue entonces que repentinamente a Noah le dieron ganas de reír.

Su risa inesperada era en realidad muy agradable, cuando se detuvo un par de hoyuelos aparecieron en su rostro, dándole a su mirada astuta una impresión inusualmente amable y dulce.

Un joven lleno de contradicciones, pensó el mariscal en trance.


- Eres muy bueno... - Noah elogio sinceramente, aun con una sonrisa en sus ojos y hoyuelos en sus mejillas.

Solo hasta ese momento la expresión estoica del mariscal pareció romperse un poco, pero su conmoción no duro mucho tiempo, pero si lo suficiente, para que, en una parada brusca del carruaje, Noah cruzara sus piernas alrededor de su cintura y forzara a cambiar sus posiciones de nuevo.

- Pero yo soy mejor. 

Noah le guiño el ojo y se alejó rápidamente sin darle la mas mínima oportunidad de ser atrapado de nuevo, pateo la puerta del carruaje y se apresuró a saltar por ella, pero antes de irse, se detuvo un momento para mirar atrás.

- Perdone el malentendido Mariscal, el carruaje de mi familia se parece mucho a este. – se despidió con una seña de su mano y continúo corriendo hacia el bosque.


- ¡MARISCAL!!

Los ruidos del interior habían alertado al cochero de que algo atrás no era normal, deteniendo el carruaje lo mas pronto posible, lo siguiente que vio fue un joven saltando del carruaje para luego internarse en el bosque a un costado del camino. 

Rápidamente salto de la parte delantera del coche y agarrando su arco y flecha, apunto a la pequeña figura que desaparecía en la distancia, pero antes de que sus dedos pudieran soltar la cuerda, una voz profunda lo detuvo.

El Oficial Demoniaco de la oficina 23 (Transmigración BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora