3.4. Y Dulce

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El viaje en carruaje desde la capital a Barker, siempre era extenuante y largo. La última parada antes de llegar al destino, era el condado de Cambell que atravesaba el camino por el medio.

Queriendo pasar una buena noche de descanso y de paso conocer al infame Conde de Cambell, Antony opero de hurtadillas y ordeno al cochero que se desviara hasta la villa de los Allen.

Desafortunadamente la suerte no estaba de su lado. Al llegar, el mayordomo les informo que el Conde de Cambell no estaba presente y el Marques se dio cuenta de su trampa.

No hubo falta decir, que conociendo la moral del Torrence, él nunca accedería a quedarse en un lugar como este, ordeno que la comitiva continuara y solo se detuvieron en los campos de cultivo a las afueras de la ciudad para alimentar a los caballos.

Antony vio por la ventana del carruaje los campos desechos y se sintió muy amargado.

Había perdido su oportunidad de dormir decentemente en una mansión y en su lugar tenía que detenerse en medio de un campo en decadencia mendigando un pozo.

¡Qué desafortunado!

- Saldré. - Pronto la voz de Torrance lo saco de sus lamentos.

El hombre abrió la puerta del carruaje y en una serie de movimientos fluidos, simplemente salto y tomo  su caballo.

- ¿Qué? ¡Espera! ¿A dónde vas?

Antony se apresuró a bajarse de la carroza, pero llego un paso tarde y Torrance ya había montado su caballo pura sangre y desaparecido hacia el campo.

- Subcomandante ¿A dónde se fue el Marques? – A su lado un joven caballero se acerco y pregunto con curiosidad – ¿Deberíamos seguirlo?

Antony negó de mal humor – No hace falta. ¿Hablaste con los dueños?

- Si, están de acuerdo en dejarnos utilizar su pozo de agua.

- Esta bien, desamarra los caballos y encárgate de eso, voy a descansar en el coche.


El caballo de Torrance corrió salvajemente, perdiéndose entre los campos ajenos, mientras su jinete lo dejaba ser libre, siguiendo su propio camino y velocidad, dejando que ambos sintieran la comodidad de la brisa fría en su rostro y el olor a tierra fresca a su alrededor.

Había pasado demasiado tiempo en el carruaje.

Cuando el purasangre dejo de correr y paso a trotar a un ritmo suave, Torrance contemplo pensativo los campos de cosecha a su alrededor.

Había leído mucha información sobre su propio territorio y entre ella, se encontraba por su puesto la descripción de sus vecinos.

A diferencia del Marquesado de Barker, que se dedicaba mucho más al comercio debido a su ventajosa ubicación y mal terreno, el Condado de Cambell, era enteramente agrícola.

Y pensando en la cantidad de terrenos abandonados que vieron durante su camino, la información recopilada no había sido exagerada.

Efectivamente, su economía se estaba derrumbando y unido a una mala administración por parte de un inexperto y derrochador Conde, solo era cuestión de tiempo para que el condado se hundiera.

El caballo relincho y Torrance vio a la distancia un pequeño lago, ágilmente bajo de su caballo y sujetando las riendas lo guio hasta el agua fresca.

Mientras el caballo bebía, el Marques deambulo por los alrededores casualmente y examino el lugar por costumbre.

La pequeña laguna era en realidad una represa, estaba rodeada por árboles frondosos que limitaban mucho la vista a lo lejos.

El Oficial Demoniaco de la oficina 23 (Transmigración BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora