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Nathaniel Parker

El primer día de clase nunca había sido algo que me hubiese gustado. Al contrario, lo que más odiaba en el mundo era que mi maravilloso verano se viera interrumpido por algo tan pesado como las clases. Sin embargo el tiempo había pasado demasiado rápido y aunque aún no era el primer día de clases, ya había llegado el día de la presentación del instituto.

Sí, se que lo estáis pensando, yo no voy a primer curso, sin embargo las nuevas reformas del instituto me habían obligado a madrugar.

Me levanté y salí de casa rápidamente. Odiaba levantarme pronto así que siempre apuraba hasta al último momento para seguir durmiendo y acababa corriendo para no llegar tarde.

Maxime me estaba esperando en frente de mi casa. Yo estaba nervioso, era consciente de que había llegado siete minutos más tarde de lo acordado.

–Vamos, al final vas a conseguir que lleguemos tarde –Max me miraba un tanto molesta, como si fuese a perderse toda la guía por mi culpa.

–Lo siento, no es mi culpa –me excuse–. Ya sabes cómo soy.

Max rodó los ojos con sarcasmo. Entonces una sonrisa pasó por su rostro fugazmente.

–¿Que pasa? –pregunté, sin entender a qué venía eso.

Entonces, la muchacha empezó a reírse, ya sin poder controlarse. Yo seguía mirando, sospechando qué tal vez tramara algo.

–¿Es que he salido con el pijama puesto? –respondí, mirando hacia la sudadera naranja que me había puesto esa mañana.

No recibí respuesta instantáneamente. Ella, ahogándose entre risas, se hizo de esperar.

–¿Que...? –dudé un momento– ¿Que es tan gracioso?

–Tranquilo –ella vaciló un instante–. No llegamos tarde.

Y yo, mientras ella se partía de risa, empezé a darme cuenta de lo que pasaba.

–¿Maxime? –empezaba a dejar de fiarme de las instrucciones de mi amiga– ¿A que hora empezaba la presentación?

–Solo... –fue interrumpida por sus, ahora más relajadas, carcajadas– Solo diez minutos después.

Yo me quedé mirándola enfadado intentando que captara el mensaje. “Eso no se hace Maxime, la gente necesita dormir”

Sin embargo ella pareció captar todo lo contrario ya que tan solo comenzó a reírse de mi propia cara.

–Si quieres dormir más acuéstate antes –me miró con una sonrisa maliciosa–. No deberías quedarte hasta tan tarde jugando videojuegos.

Me quejé enseguida, no era justo que se comportará como si fuese mi madre. No tenía ningún derecho.

Entre risas “suyas” y quejas “mías” nos fuimos acercando al instituto hasta que llegamos.

Salvatore era nuestro instituto de siempre. Sin embargo, las tres plantas que se alzaban en el patio me resultaron más altas que nunca.

Entonces un fugaz pensamiento me recorrió la mente. “Es posible que ahora sea más bajo que el anterior año” Estuve a punto de mencionar la idea a Max pero no tardé en descartarlo. Se reiría de mi.

–¡Maxime! –una voz me saco de mis pensamientos.

En menos de dos segundo la propietaria de aquella voz ya estaba delante nuestro.

Una chica alta, rubia, de ojos azules y con unas impactantes mechas azules en el pelo se colocó delante nuestro. Hanna Damalet era sin duda de las alumnas más falsas y chismosas de todo el instituto. Ah, y claro, también se te acopla incluso cuando no quieres su compañía.

–¿Hanna? –la sorpresa resalto en mi voz, no la esperaba y mucho menos quería estar con ella.

Sin saber que hacer giré la vista hacia Max, a ella tampoco la agradaba su presencia.

–Sí, soy Hanna –me miró como si hubiese dicho que dos más dos son tres

–Claro, claro –intenté disimular torpemente

–Bueno, el caso es que la guía va empezar en seguida y aún no he visto a nadie más que vosotros...

Max, viendo lo que insinuaba, ya hiba a responder a Hanna. Seguramente le hubiese dicho que se marchara pero yo no la dejé decir nada.

–¿Quién es él? –la interrumpí.

Hanna había captado toda la atención principal pero aún así yo me había fijado en el chico que la acompañaba.

Era un chico de estatura media, vestido de negro y que nos miraba como si fueramos perros rabiosos que le pudieran morder.

Entonces por un momento nuestras miradas se juntaron. Sus oscuros ojos me sostuvieron la mirada por un momento pero en cuanto Hanna volvió a hablar captaron de nuevo su atención.

–¿Él? –la chica lo miró de arriba a abajo asqueada, odiaba que la interrumpieran– Ah si... –dijo con desinterés– He oído que es nuevo pero si quieres saber más, mejor pregúntaselo tu.

Por un momento nos vimos rodeados de un incómodo silencio. Pero solo por un momento ya que Max, con sus inexistentes ganas de perder más el tiempo, lo rompió.

–¿Y si entramos en el edificio? –dijo esta– Puede que aún estén con la visita de los que empiezan segundo, pero yo no quiero morir de hipotermia.

Hanna la miró como si hubiese hablado en chino. “Seguramente no sepa ni lo que es” pensé.

Entramos al edificio. Nos encontramos con una profesora que nos indico que la guía de los de segundo ya estaba por terminar así que solo esperamos por cinco minutos más. Luego nos presentaron los cambios del instituto y nos dijeron que podíamos volver a casa.

A pesar de eso, Maxime y yo no nos fuimos a casa directamente. Decidimos dar una vuelta antes de eso ya que, a pesar de que habíamos quedado bastantes veces en todo el verano, llevábamos unos cuantos días sin vernos.

Estábamos en el medio de ‘Main Street’ mientras ella me contaba todos sus dramas y yo escuchaba. Bueno, al menos teóricamente porque no estaba captando ni una sola palabra.

Max era una chica increíble, y aunque yo siempre había sido muy poca cosa para ella había esperado llegar a ser algo más que amigos.

Sin embargo, el chico de negro había cambiado cada pieza de sitio y ya no estaba seguro de nada.

–¿Nate? –la voz de Max me devolvió a la realidad– ¿Nate, me estás escuchando?

–Mm.. Si, si claro...

No disimulaba muy bien pero aunque puede que Max se diese cuenta, no me dijo nada más.

Yo me quite esa idea de la cabeza y empezé a escuchar a Max. No tenía sentido dar tanto importancia a un chico del cual no sabía ni su nombre, sobre todo cuando no me había dirigido ni la palabra.

 No tenía sentido dar tanto importancia a un chico del cual no sabía ni su nombre, sobre todo cuando no me había dirigido ni la palabra

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Nate x JP, un amor de incógnitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora