Dylan está viviendo los últimos momentos de su vida, cuando es diagnosticado con una enfermedad terminal su vida esta acabando.
Pero su viaje a través del amor apenas empieza cuando conoce a April, una chica peculiar que esta estudiando medicina.
A...
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Por fin llego el sábado, estaba tan nervioso por ir a la fiesta con April que no sabía que ponerme, tampoco tenía ropa linda para salir aunque suene paranoico podría ser la última vez que fuera a una fiesta, más bien la última vez que fuera a una fiesta con una chica tan linda.
Decidí ponerme unos pantalones negros, una camisa a cuadros, unos tenis grises y una chamarra que solía usar antes aunque ahora me quedaba un poco grande pues e perdido pesó.
En estos últimos días mi madre se ofreció a llevarme al hospital a mi "cita" pero claro yo me negué así que decidí llamar a Joe.
—Hola Joe —salude.
—Que paso hermano —saludó algo confundido.
—Crees que me puedas llevar al hospital —pedí nervioso.
—Estás bien, necesitas que llame a una ambulancia —dijo alterado.
—No tranquilo, necesito que me lleves al hospital por que tengo una cita —confesé.
—En serio bien por ti hermano, voy por ti llego en una hora —dijo súper emocionada.
Una hora era bastante tiempo así que decidí dormir un rato para durar en la fiesta.
Ya había dormido toda la mañana pero decidí que no me haría mal un rato más, me acosté en mi cama y dormí, mi mamá entro a despertarme cuando llegó Joe.
—Cariño llego Joe —dijo mi mamá dulce.
—Gracias mamá ahorita bajo —dije medio adormilado.
—Llega antes de las 12 bien, no tomes, ni fumes y cuídate si tienes algún problema me llamas.
—Si mamá —dije riendo.
Baje, me despedí de mi hermano y mi madre, me subí al coche de Joe y condujo hasta el hospital.
—y a donde irás con tu cita —dijo emocionado.
—No es una cita solo iremos a una fiesta —comenté para calmarlo.
—Hermano eso es una cita —sonrió— pero bien dime quien es ella.
—April —confesé.
—¿La hermana del niño enfermo? —preguntó confundido.
—Si —dije nervioso.
—Ella es muy linda —dijo guiñándome el ojo.
—Lo es —sonreí pensando en ella.
—bueno hermano espero que te vaya bien —sonrío feliz.
—Yo igual —conteste aterrado.
No tardamos en llegar al hospital, cuando abrí la puerta de su coche y estaba a punto de bajar el me tomo del brazo.
