Capitulo 23

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Y ahí estaba yo después de haber estado unos días inconsciente, el doctor no me quiso decir nada al despertar, mucho menos mi madre.

Esa tarde me iban a dar el alta pero antes de eso tenía que hablar con el doctor.

Entre con mi madre, el doctor se veía serio como siempre, ahí estaba Colin también con la mirada baja, lo cual me indicaba que no era nada bueno.

—Bien Dylan esto no es fácil de decir —me dijo el doctor que siempre iba al punto.

—El tratamiento no funciono no es así —supe la respuesta.

—Lo siento Dylan —contestó con la mirada baja.

—Eso quiere decir que me harán el transplante verdad —dije incómodo.

—No Dylan, el tratamiento de médula si funciono y ya no lo necesitas sin embargo tus pulmones no están aceptando la medicación, esto junto con él último colapso resultaron en un deterioro significativo, en simples palabras empeoraron bastante —me explicó, por primera vez con una voz triste.

—¿Y no hay nada que podamos hacer? —preguntó mi mamá con voz quebrada.

—Podríamos mantenerlo en el hospital para tenerlo controlado, pero un tratamiento más ya no es factible, sus pulmones no lo resistirían —explicó.

—¿Cuanto me queda? —pregunté interrumpiendo al doctor, no necesitaba saber más.

—No lo sabemos exactamente, puede ser unas semanas, a lo máximo 2 meses —respondió.

Mi madre empezó a llorar descontrolada, Colin solo trataba de no llorar.

—Eh visto mi vida acortarse cada vez más, al principio eran 6 años y ahora me dice que no llegaré ni para navidad —exclamé desesperado.

—Lo siento Dylan, no haremos nada que no quieras, podemos darte un tratamiento ligero pero solo te daría unos días y te debilitaría más en lo que te queda de tiempo —sugirió.

Entonces lo decidí, rompería una de mis tantas promesas.

—Quiero parar, no quiero seguir con esto —dije volteando a ver a mi madre que solo lloraba y decía que si con la cabeza.

—Muy bien Dylan —aceptó el doctor escribiendo en mis expedientes médicos lo sucedido.

Ese día me dieron medicamento normal que no retrasaba el proceso de mi muerte si no que eran para el dolor, las náuseas y algunos problemas más que podía tener en mis últimos meses.

En el camino mi madre no dijo nada y yo no tenía muchas ganas de hablar, al llegar a casa mi abuela me dio un beso, ella aún no sabia todavía lo que pasaba, al igual que mi hermano.

Subí a mi habitación y cerré la puerta, en ese momento fue cuando me enoje por todo, después de todo lo que había pasado iba a morir.

Empecé aventar todas las cosas que estaban en mi habitación, algunas se rompían otras simplemente se estrellaban, mi cuarto termino siendo un desastre de un minuto a otro.

Estaba sentado en el suelo, me costaba respirar, estaba cansado.

Mi hermano subió corriendo las escaleras y abrió la puerta, tenía los ojos cristalinos, lo mire y él se aventó a mío

—Tu lo prometiste, prometiste que no te ibas a rendir, eres un mentiroso, tu lo prometiste, lo prometiste —gritó desesperado, pegándome sin para y llorando.

—Lo siento enano —dije parando sus pequeños puños.

—Lo odio, lo odio Dylan, tu me lo prometiste —gritó.

—Yo también lo odio —dije, unas lágrimas brotaron de mis ojos.

—Esto no es justo —excarcelado parando de pegarme y abrazándose de mi cuello.

—No lo es enano, no lo es —lo calme abrazándolo para tranquilizarlo.

Mi madre y mi abuela subieron, ellas se sentaron a mi lado, recosté mi cabeza en el hombro de mi madre y me quedé dormido.

Mi vida estaba llegando a su fin pero no me arrepentía de nada, recibí varias llamada ese día, después de arreglar mi cuarto me acosté a dormir, estaba cansado.

Dormí casi todo el día, cuando desperté Joe estaba dormido en la puerta, estaba recargado contra la pared.

A mi lado había un pequeño oso de peluche, tenía una playera de americano con mi numero con el que jugaba antes, decidí despertar a Joe aventándole una almohada, le di justo en la cara.

Él despertó sobresaltado, se levantó, tenía los ojos rojos, seguro había llorado.

—Yo te traje eso —dijo señalando el osito.

—Gracias Joe —dije tomándolo.

—Si bueno fue idea de mi hermana, su "amigo" enfermo hace unos meses y le dio uno similar —explicó con la voz entre cortada.

—Joe, ¿Estás bien? —le pregunté.

—Si —contestó con la mirada abajo.

—Joe —lo llame mientras me sentaba en la cama.

—Es que tu mamá me dijo lo que pasaba y yo ... Lo siento —unas lágrimas brotaron de sus ojos.

—Tranquilo Joe sabíamos que esto iba a pasar —le dije para levantarme de la cama y traerlo a la cama.

—Yo, lo se —contestó llorando —pero no estaba preparado para esto.

Yo lo abracé.

—Ni yo hermano, pero las cosas pasan —le expliqué para calmarle.

El continuó llorando por un rato, no sabía cómo calmarle así que solo me quede ahí abrazándole, diciéndole que todo iba a estar bien.

—Joe yo necesito que me prometas algo —le pedí.

—¿Qué? —preguntó aún con la voz cortada.

—Cuando ya no este tienes que prometerme que cuidaras de mi hermano —pedí, era lo que más quería.

—Lo prometo —contestó seguro.

Yo no podría cumplir mi promesa, pero estaba seguro de que Joe lo haría por mi.

Él era la persona más calificada para cuidar de mi hermano, la persona en la que más confiaba, un buen hermano.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora