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Dulce y hermosa margarita, que con tu belleza los cautivas, ¿No es esto demasiado peligroso para ti? Tantos corazones enamorados de tu presencia. ¿Estas asustada y confundida? Decide rápido linda flor de prim...
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¡𝙋𝙡𝙤𝙘! ¡𝙋𝙡𝙤𝙘! ...
El sonido de un goteo incesante se podía escuchar, era irritante. Finas gotas, una tras otras de manera repetitiva .
Un extraño olor a sangre se podía percibir entre aquel lugar, estaba confundida, con sus brazos y piernas raramente entumecidas.
Decidió abrir los ojos, estaba tirada en un frío y sucio suelo, había sangre a su alrededor; se dió cuenta de que la sangre no era de ella, pero entonces... ¿De quién?
Trató de levantarse y sintió un peso en su mano, no solo estas estaban manchadas de ese rojo carmín, sino que su ropa también lo estaba, en su mano derecha yacía un cuchillo de cocina cualquiera, la hoja de este estaba impregnada en el líquido rojo y goteaba.
Lo soltó de una un poco confundida. El lugar era poco iluminado, habían algunas bolsas de basura a su alrededor, olía realmente mal. Unos pasos se escucharon, alguien estaba acercándose y eso le puso nerviosa; tomó de nuevo el cuchillo esperando a que esa persona se acercara más.
Cuando finalmente la escuchó detenerse en lo que parecía la salida de aquel lugar se sintió observada, era una mirada familiar.
─ Has hecho un gran desastre aquí. ─ una tenue respiración espeluznante resonó entre el silencio, la otra se encogió de hombros al sentir que conocía a esa persona. ─ Pero no te preocupes, ya me encargué de lo más importante, has hecho mi trabajo complicado, pero ahora ya no existe ese objetivo, así que no importa.
Unos ojos tan brillantes y rojos como dos pares de rubí se hicieron ver desde las sombras, los pasos volvieron a acercarse hasta que sintió sus manos ser tomadas y limpiadas con delicadeza. El tacto no era tan cálido como esperaba, las manos del otro eran frías, demasiado para una persona viva.
─ ¿Debería agradecerte? Lo dudo, vamos, debes estar cansada. ─ fue lo último que dijo esa grave voz después de darse la vuelta y caminar, no sin antes colocarle su saco negro encima a la chica.
Esta solo asintió, no sabía qué hacer realmente, así que solo se dejó guiar por el raro pero guapo extraño que tal parece le ayudó en... ¿En qué? No lo sabía, ¿Había herido a alguien? La sangre en el piso lo demostraba.
