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一¡Por favor, no me abandones! 一Tartamudeo.

Lágrimas caían por sus mejillas, ahora, era ella quién tomaba el papel de víctima, mientras él parecía el victimario de lo que ocurría.

一No tengo un por qué para no hacerlo.

一¡Dijiste que me amarías, por siempre! 一Gritó, desesperada.

Él la miro de arriba a abajo, con asco. Sentía asco de aquella rubia teñida a la que, en algún momento de su vida, juro amar. Ahora sólo sentía asco de esa mujer, nada de amor, eso se esfumó hace algún tiempo que él ya no recordaba y ella, mucho menos.

一Cariño... No me abandones, ¡Prometo cambiar!

一Eso dijiste hace años, no, fue el año pasado y los anteriores también. ¿Crees que creeré alguna palabra que sale de tu sucia boca? 一Respondió con agresividad. Estaba furioso, y ya no era algo que podía esconder.

一Bebé, créeme, es en serio... 一Ella seguía llorando, era un mar de lágrimas, uno en el que él pensaba que se iba a ahogar si no salía de ahí deprisa.
Hace años intentaba salir de ese mar, un mar que se estaba haciendo cada vez más y más grande, hasta el punto en que podía considerarse un océano.

Tenía que dejarla atrás. Dejar de pensar en el vínculo que tenía con ella, y simplemente abandonarla.

一Te odio, y lo sabes muy bien.

El joven no quiso escuchar más de aquella mujer que tanto le había atormentado por diecinueve largos años. Cogió su chaqueta, metió su celular en el bolsillo derecho y salió de la casa, dejando atrás a ese pobre niño que fue abusado de todas las maneras por la persona que debía de cuidar de él en todo momento, su madre.











12 06 2022
281 palabras.

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