Sacó el juego de llaves de su bolsillo trasero derecho, buscó la llave de la puerta principal y la introdujo en la cerradura. Suspiró hondo y rezó para que todo le salga bien hoy.
Desde alrededor de dos semanas, cuando volvía de estudiar, podía escuchar ruidos extraños dentro de su casa, y cuando hacía algún sonido antes de entrar paraban de golpe. Está vez intento ser cuidadosa, quería encontrar de dónde provenían esos ruidos raros.
Giró su mano hacia la derecha con lentitud y la puerta se abrió, los estruendos se seguían oyendo desde allí. Terminó por correr por completo el rectángulo de madera hacia la izquierda, quedando abierta de par en par.
Colocó un pie adentro, los ruidos seguían. Entro por completo y cerró la puerta apenas su cuerpo cruzó el marco de esta, nuevamente con lentitud.Se quedó quieta por unos minutos, podía escuchar la madera crujir del segundo piso, escuchaba sus pasos en el suelo ir de un lado a otro, indecisos, sin saber que rumbo tomar.
Podía escuchar cómo sus uñas raspaban las paredes, clamando por alguna pobre alma que la fuera a rescatar, luego se dirigieron a sus muslos, en los cuales clavó sus uñas y comenzó a rasguñarlos con tal fuerza que hasta se podría llegar a ver la carne de estos, era repugnante de tan sólo pensarlo.
Escuchaba como apagaba los cigarrillos en su piel, como gritaba cuando sentía el ardor, pero aun así no se detenía, era la única forma de apagar su dolor.
Escuchaba como agarraba el cuchillo para desquitarse con su cabello, aunque luego optó por las tijeras y continuó cortando cada mechón imperfecto, escuchó cuando el cuchillo se cansó de esperar a ser usado de nuevo y comenzó a golpear, golpeaba con fuerza, atravesaba la puerta, intentando escaparse de ese cuarto, pero terminaba doblado y roto por su culpa e impaciencia.
Escuchaba como arrojaba cosas frágiles, rasgando cortinas, rompiendo las pinturas que le costó comprar, haciendo de la habitación un completo desastre.
Escuchaba como lloraba, como gemía del dolor que ya no podía soportar, su corazón dolía y ya no había nada ni nadie para arreglarlo, ya estaba roto y encontrarlo cuando estaba dando sus últimos latidos no servía de nada.Ella ya se había hartado de los ruidos, no podía soportarlos más, sentía como cada una de sus acciones recorría su cabeza de lado a lado, retumbando en cada rincón de esta que ni siquiera ella misma conocía.
Cada vez se volvían más insoportables y fuertes, así que quiso darles un fin.Subió rápidamente al segundo piso, manteniendo el mismo silencio que tuvo al entrar a la casa. Llegó a la puerta de donde provenían los ruidos, agarró la manija y la bajo: estaba cerrada. Se había olvidado que la habitación estaba bajo llave hace años.
Buscó entre sus llaves y colocó las que no usaba y no sabía para qué eran en la cerradura, al cuarto intento se abrió. Empujó la puerta y termino golpeándose contra la pared, ya no le importó el ruido que hacían sus movimientos.
Todo estaba igual, todo estaba igual a como lo había dejado hace cinco años. Ahora ya estaba en su segundo año de facultad y podía recordar todo a la perfección, como si hubiera vuelto a tercero de secundaria, donde se originó todo.
Recordó cómo sus pies se movían al compás de la música, mientras su compañero aprendía de cada paso que daba ella.
Recordó cómo dejaba sus uñas crecer, las cuidaba, para luego pintar sus uñas con el mismo tono de rojo brillante, y alguna que otra vez variando entre el morado y el negro.
Recordó cómo solía fumarse casi una caja entera de cigarrillos, cómo se estresaba y enojaba si no tenía un cigarrillo en su boca cada cierto tiempo.
Recordó cómo amenazó a su compañero con unas tijeras, lamentablemente no fue algo de una sola vez, también recordó cómo pasaba el cuchillo por sus delicados brazos de los que después brotaba ese líquido rojo al cual llamamos sangre. Luego se desquitaba con su entorno.
Recordó lo prolija que era, cómo cuidaba cada reliquia y trataba a todo con delicadeza, cómo acomodaba su habitación de vez en cuando.
Y recordó cómo se alegraba al recibir un regalo de su parte por su cumpleaños o por alguna fecha importante, ella había sido su alegría desde que tiene memoria.Así como se acordó de sus momentos felices, también lo hizo de los infelices.
Ver como la habitación seguía estando igual que aquel día le cayó como un balde de agua fría, inundándola con las emociones que se prometió ocultar.
Su muerte la marcó bastante, tanto que había dejado el lugar bajo llave y nunca quiso enfrentar esa realidad, tampoco pensaba hacerlo.
06 11 2023
791 palabras.