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La fecha de mi cumpleaños llego, al igual que los mensajes felicitándome por cumplir un año más. El día pasó como pensaba que pasaría, sin contar con las tres últimas horas de este.
Tres horas que se convirtieron en tres minutos: uno fue el hecho, otro fue la asimilación, y el que sobraba se lo llevaron los hombres de traje junto a tu cuerpo.
Ni siquiera fui capaz de acercarme a vos, únicamente me quede mirándote desde la puerta cuando te merecías por lo menos un último besito en el cachete.

Al otro día, fueron cinco.
Cinco horas que estaban lejos de convertirse en cinco minutos, donde intenté esconder mi cara detrás de la pantalla del celular para evitar la realidad que tenía enfrente, pero no pude esconder mis orejas que fueron testigos de cientos de llantos y de palabras que nunca quise escuchar.

Entre el viaje de ida y vuelta y un adiós efímero, una hora quedó suelta, en la que vi lo despejado que estaba el cielo donde el sol posaba y me iluminaba a través de la ventana del auto.
En las películas, las despedidas siempre son en días grises y lluviosos, variando en lo último, mas mi realidad no fue así.
El sol nos acompañó todo el día y terminó filtrándose entre las hojas de los árboles que ahora adornaban tu nueva casa, fue una lastima que no tuviéramos ninguna flor en mano para darle vida a tu jardín.
Los hombres que luego te ayudaron a entrar fueron pacientes y esperaron a que nos alejáramos para cumplir con su labor.

No recuerdo como fue el día en el que perdiste tu poco aliento, pero sí el día que te velamos. Estuvo soleado todo el día, estaba fresco pero nada fuera de lo normal para un día de otoño.

Fueron días difíciles pero todos estamos de acuerdo que fue lo mejor, yo viví todo de esos años por fuera pero sufriéndolo a través del sufrimiento de otros.

Desde mi punto de vista, fue el último regalo de cumpleaños que nunca desee pero que siempre espere, concedido por un dios que siempre ignoré y nunca acepté.

Un mes después y por muchas lágrimas que derramé y seguiré derramando, admito que aunque me duele, no siento tu ausencia en mí, pero duele más verla reflejada en la cara de quienes me rodean.







16 05 2024
393 palabras.

Relatos cortos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora