𝑃𝑒𝑝𝑝𝑒𝑟 𝐴𝑙𝑤𝑦𝑛, una chica huffleppuff con el alma más pura del mundo su promedio perfecto,
Su gran corazón e inteligencia eran lo que más se destacaba de ella, que pasaría si por accidente Taylor termina 13 años antes de su ingreso a hogwa...
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—¡Oh por favor! Yo te aclare que acompañarme a la biblioteca cuando tengo que estudiar no es buena opción, James.—
—¡Pero nunca dijiste que estaríamos 2 horas leyendo y leyendo!—
—¡Te recuerdo que yo leía y tu solo jugabas con tu barita haciendo que mis hojas vuelen!—
—¡Oh, si! Tu cara fue lo mejor, jamás me había reído tan fuerte.—
—me di cuenta, ¡Gracias a ti nos sacaron de la biblioteca y tenemos la entrada prohibida por una semana! ¿¡Acaso creés que yo puedo vivir sin entrar a la biblioteca por una semana!?—
—¡Ay porfavor!—
—¡Iy pirfivir!— me burló de lo que dice moviendo las manos dramáticamente.
—¡Tu ganas, tu ganas! Lo siento, ¿Okey?— Frunce levemente el ceño con una leve sonrisa.
—Solo si haces silencio por unos minutos, porfavor.—
—Haré silencio solo si me das un beso.— susura a una distancia peligrosa.
—No.—
—Okey, okey, lo entiendo.— mira a otro lado haciéndose el distraído. —Peroo talvez...—
—Perooo, nada.—
dije eso y solo sonreí y me quedé quieta en el lugar mirando a mi alrededor a los alumnos de gryffindor y slytherin con sus uniformes, ya que en un rato habría un partido entre ellos, James vestía su uniforme de Quidditch, y en la biblioteca no dejaba de presumir la forma en la que les ganaría a los slytherin.
—¡James! ¿Listo para destruir a los slytherin? Vamos a la cancha a estirar un poco, ¿Vienes?— pregunta Jackson rudd con su escoba en su mano caminando de espaldas sin despegar la vista de de James esperando una respuesta.
—En un rato voy.— Le responde dándose la vuelta por un segundo y luego vuelve la vista a mi. —Me olvidé de decirte lo linda que estás hoy.—
—Muchas gracias James, te ves bien sin gafas... ¡aunque con gafas también te ves bien no me malinterpretes!— Mis mejillas tomaron un un color rojo por la vergüenza.
—Ya lo sabía, pero es bueno escucharlo de vez en cuando.— alza sus hombros con una sonrisa egocéntrica.
—¿En verdad no puedes darme ni siquiera un pequeñito beso? Es para la suerte, eres como mi amuleto de la suerte ¿Lo sabías?— hace un puchero algo exagerado en mi opinión, moviendo sus ojos con gracia.
