UN MES ANTES DE LA FIESTA DE YUSUKE...
― ¡RÁPIDO PERRAS CAMINEN! ―
Temerosas la fila de chicas se estremeció y apuraron el paso tanto como sus pies amarrados les permitieron.
El grupo de hombres se echó a reír luego de verlas tan asustadas.
De pronto una de ellas cayó, debido al cansancio y la sed que sentía.
La joven de atrás se acercó a ella y con un movimiento hábil le tendió sus manos para que tomara agua.
― Hey... ¿les parece que estamos de picnic? ― Pidió uno de ellos acercándose.
La chica se estremeció, que casi vuelve a escupir el agua.
― ¿Acaso no escucharon, par de estúpidas? ― Otro más de cabello oscuro se acercó y encestó un latigazo en el brazo de la que le daba la espalda.
La joven castaña, presa del miedo cayó de sentón. ― Dis-disculpame por favor... ― Musitó con la voz temblorosa y los ojos llorosos. La chica que la había ayudado estaba siendo castigada por su culpa.
― Todo va estar bien, tranquila ― Murmuró la otra en respuesta, dejando a la vista una tenue sonrisa.
Un tipo alto de cabello revuelto de color negro, chasqueó la lengua con fastidio. ― ¿Qué tanto cuchicheas, eh? ― Empujó a la joven encapuchada contra el suelo y se volvió a la temblorosa castaña. ― Será mejor que te pongas de pie de una vez ― Tiró del cabello de la chica, jalando con ella el resto de la fila.
― ¡Por favor! ¡Suéltame! ―
Los demás se echaron a reír.
Otro sujeto de complexión robusta y barba se acercó y se acomodó en cuclillas. ― ¿Qué te soltemos? ― La sujetó por la barbilla, obligándola a que lo mirase; las lágrimas de la menor escurrían por montón. ― Pero si no hemos recibido la paga por ti preciosa... mejor guarda silencio si no quieres que dañemos tu rostro ― Se acercó con intenciones de lamer la mejilla femenina, pero otra voz lo detuvo.
―Ya déjala en paz ―
Los cuatro sujetos y las demás chicas cautivas, dirigieron su mirada a quien había hablado.
La chica de la capucha estaba sobre sus rodillas y con la vista abajo.
― Quizás quien necesita comportarse es alguien más ― Habló el primero quien sujetó su látigo con fuerza y tomó por el antebrazo a la joven obligándola a ponerse de pie con rudeza, separando sus ataduras del resto. ― ¿Quieres repetir lo que dijiste? ―
Aun sin mirarlo, ella respondió. ― Déjalas ir ―
Los cuatro volvieron a soltar carcajadas mientras se veían entre sí.
― ¿O sino qué? ―
― Él va venir por ti... es más te propongo un trato, sí nos dejan en paz, sólo los van a entregar a las autoridades ―
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Entre espadas y varitas|Astelle
FanfictionSecuela de la historia "Hilo del destino".- Acompañen a Asta, Noelle y Liebe en sus aventuras para descubrir por qué el destino ha decidido unirlos.