III.- LA TIENDA DE LAS MENTIRAS parte 1

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― No vas a querer pelear conmigo... ― El enmascarado extendió sus brazos a los costados. ― Ni siquiera podrás tocarme ―

Asta se colocó en posición de ataque. ― Eso ya lo veremos ― Tomó impulso y se lanzó hacia el otro, estaba a casi nada de mandarlo a volar, cuando sintió un tirón en sus pies y fue encapsulado en una gruesa red que lo elevó bastante alto.

― ¡ASTA! ― Exclamó Liebe con preocupación.

― Mejor quédate ahí, o te pasará lo mismo ― Advirtió el pelirrojo desde su posición. Liebe gruñó en respuesta.

― Esto no me va detener ― Y rápidamente el cenizo cortó aquellas cuerdas y cayó con habilidad en sus dos pies.

El desconocido aplaudió. ― Felicitaciones, no eres tan patético como pareces ― Sonrió torcidamente.

Y el de ojos esmeralda enfureció. Alzó Danma y tomando vuelo la lanzó a su objetivo.

― Lo haces demasiado fácil ― De la nada, un bloque enorme de rocas apareció, cerrándole el paso a la enorme espada.

Asta se estaba agotando.

― Nunca vas a ganar, estás en terreno de Zora Ideale ― Se señaló haciendo una pose teatral. ― Y yo soy Zora Ideale ―

― Me importa una mierda ¡Danma! ― Y el arma voló de nuevo a las manos de su dueño. ― Liebe... ve por Noelle ― Y nuevamente se lanzó al ataque. Ésta vez el de mirada azul se preparó para esquivarlo saltando en los árboles de forma muy hábil.

El peli blanco asintió, no lo pensó dos veces, desplegó sus alas y se introdujo a ese túnel subterráneo.

― Lady Noe... ¡vamos, despierta! ― Llamó, palpando delicadamente las mejillas de la bruja para hacerla reaccionar. El miedo lo invadió. Apretó los dientes, la tomó en brazos y se elevó con ella a la superficie.

El cenizo respiraba agitadamente mientras se sostenía de la espada.

― No me interesa lo que quieran, será mejor que busquen otro camino ― El desconocido se veía fresco. Ninguno de los esfuerzos de Asta había surtido efecto, más que llenarlo de polvo y tierra.

― Lady Noe... vamos, por favor ― Susurraba el oji rubí sacudiendo a su compañera.

Asta revisó su marca, un leve ardor lo recorrió y eso no era bueno.

Zora desvió la mirada hacia las dos figuras que estaban en el suelo. Lo que llamó su atención fue aquel largo cabello plateado, que de inmediato le recordó a alguien que conocía muy bien.

― ¡Voy a acabar conti...! ― Asta no se iba a rendir y que Noelle no despertara sólo aumentaba su furia.

― ¡Espera! ― Pidió el mayor, alzando sus manos en señal de rendición. ― Ella... ¿viene con ustedes? ― Su mirada azul de repente se suavizó. Cómo si hubiese encontrado algún tesoro o algo parecido.

― ¡Claro que viene con nosotros! ¡Mira nada más lo que hiciste, imbécil! ― Gritó el peli blanco con molestia.

El cenizo lo apuntó con Danma. ― Yo también protegeré lo mío ―

La bruja y el demonio ya empezaban a andar en boca de todos, sí ese sujeto planeaba entregarlos, entonces se volvería más agresivo.

Pero al otro joven pareció importarle muy poco aquella amenaza, pues no quitaba los ojos de encima de la bruja. 

 

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Entre espadas y varitas|AstelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora