VII.- PRELUDIO DE LA OSCURIDAD

122 12 10
                                    

― ¡ASTA! ― Gritó Noelle desde el suelo, viendo como el chico salía volando estrellándose contra un árbol.

― ¡Mejor quédate ahí, imbécil! ― Comentó el malo de turno. Un mago de tierra, que sonreía satisfecho de ver a sus enemigos derribados.

El cenizo gruñó, sosteniéndose el costado con dolor.

― Hasta aquí llegaste demonio de mierda ― Alzó sus manos, preparando un nuevo ataque.

― ¡ALTO! ―

El hombre torció el gesto y se volvió a Noelle, quien dé pie lo amenazaba con sus manos al frente.

― ¿Un ataque de agua? ¿Enserio? ― Soltó una risilla. ― Preciosa, ahora voy contigo ¿sí? ― Formó una roca filosa y la lanzó en dirección al cenizo, pero la bruja creó una cúpula de agua para protegerlo. Giró a mirarla con genuina irritación por haberlo interrumpido.

Noelle tembló, pero no se movió. ― No voy a dejar que te acerques ―

― Bien, intenté ser caballeroso... pero eres una perra cualquiera ― En un hábil movimiento de manos, creó una nueva roca filosa y la lanzó contra la bruja que apenas logró cubrirse pero cayó hacia atrás.

Sonriente se acercó a paso lento. ― No me gustaría dañar tu rostro... ¿qué tal si te quito un brazo? ― Nuevamente alzó las manos.

Noelle se cubrió lo mejor qué pudo.

― ¡AHORA, LIEBE! ― Gritó el cenizo desde el otro lado.

De un segundo a otro, el demonio se colgó del tipo tirándolo al suelo.

― Malnacido, no te perdonaré esas cosas que le dijiste a Lady Noe ― Comentó con esfuerzo, pues aplicaba mucha presión en su agarre para evitar que se moviera.

― ¡Quítate de encima, asqueroso! ― Justo cuando iba a tirar a Liebe, Asta se le fue encima y clavó su confiable espada en la mano del tipo que de inmediato dio un desgarrador grito de dolor.

― Sólo es la mano... ― Murmuró Asta todavía encima. El otro no dejaba de forcejear, incluso estaba sudando tratando de contener el dolor que sentía. ― Amenazaste a mi compañera... ¿Debería cortarte los dos brazos? ― Cuestionó con la voz ligeramente distorsionada, haciendo más presión en aquella herida. Sus ojos cambiaron a carmesí y una sonrisa ladina adornó su rostro.

― E-eres... eres un monstruo.... ― Susurró el otro, empezando a temer.

― Te equivocas... soy el demonio... ― Encajó un poco más la espada, esa mano definitivamente iba a ser inutilizable.

Pero por alguna razón, Asta no se sentía para nada satisfecho. Quería destrozarlo ahí mismo hasta que no quedara nada.

La sangre le hervía.

Asta... es suficiente

Quizás una muerte lenta....

¿Asta?

Colgarlo no será suficiente...

¡Hey, Asta!

Se lo merece... la basura cómo él sólo tiene un lugar.

Ella te está viendo

Su mirada volvió a verde, al escuchar aquello. El tipo ya estaba llorando mientras suplicaba por piedad, incluso Liebe ya lo había soltado y estaba deteniendo a Asta del hombro.

Instintivamente se volvió a Noelle a la par que se bajaba del sujeto y desenterraba el arma.

― Qué vengan por él para que lo encierren ― Ordenó, limpiándose el sudor con el dorso de la mano.

Entre espadas y varitas|AstelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora