𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟗

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Yasuhiro fue al hogar de los Kawata por petición de Aoi, quien lo había encontrado en el mini súper y le invitó a cenar con su familia. Agradecido por el gesto, Yasuhiro aceptó, ya que tanto Aoi como Yuki siempre habían sido personas agradables con él, especialmente durante los momentos difíciles tras la muerte de su madre. Al llegar a la residencia Kawata, Souya fue quien le abrió la puerta, y al ver que Nahoya aún no podía moverse con libertad debido a su herida, Yasuhiro le saludó cordialmente, y Souya le correspondió con una ligera sonrisa.

Sabía que Souya todavía se sentía mal por lo ocurrido, especialmente por el incidente con su hermano, así que decidió llevarle algo para animarlo. Recordando sus gustos, Yasuhiro había pasado por una repostería local, y tras sacar una pequeña caja, se la entregó a Souya con una sonrisa.

Yasuhiro: Bueno, pasé por una repostería y te traje algo para animarte, Sou. No te preocupes, son todos tuyos, disfrútalos tranquilo.

Souya: G... Gracias, mutó. – dijo Souya, tomando la cajita con cuidado, todavía un poco tímido por el gesto. – ¿Son todos míos?

Yasuhiro: Sí, todos tuyos. Y traje algo más para tu familia. – dijo, mientras jugueteaba con el cabello azul de Souya.

Souya asintió y dejó que Yasuhiro pasara. Aoi y Yuki lo recibieron cálidamente, agradeciendo la visita y la compañía. Tras unos minutos, todos se sentaron a la mesa. Los gemelos, uno al lado del otro, con Yasuhiro cerca de Nahoya, y los padres, uno junto al otro, todos disfrutaban de una agradable velada. Las conversaciones fluían naturalmente, entre anécdotas y risas, haciendo que la atmósfera se sintiera tranquila y llena de afecto.

El ambiente estaba lleno de calidez, y por un rato, Souya pudo dejar atrás sus preocupaciones, concentrándose en la compañía de su familia y amigos. Yasuhiro, observando a los gemelos y cómo la familia Kawata interactuaba entre sí, sonrió, sintiendo que a pesar de todo lo que había pasado, esos pequeños momentos de paz y armonía eran más valiosos que nunca.

La noche transcurría tranquilamente para las cinco personas que compartían ese cálido momento. Las risas y las charlas llenaban el aire mientras la hora de regresar a casa se acercaba. Yuki, siempre preocupado por el bienestar de los suyos, ofreció llevar a Yasuhiro de vuelta a su hogar, pero este, con una sonrisa tranquila, declinó la oferta.

Yasuhiro: No te preocupes, Yuki. Primero pasaré a ver a mis abuelos, y luego iré a casa. Estaré bien. – respondió, tratando de tranquilizar a los padres.

A pesar de la insistencia de ambos, Yasuhiro se mostró firme en su decisión. Después de las despedidas con los padres y los gemelos, salió de la casa y comenzó su camino hacia la casa de sus abuelos, quienes, por la hora, aún estaban despiertos. Mientras caminaba, un sentimiento de satisfacción le envolvía. Esa noche había sido especial, llena de risas y de momentos cálidos, pero, sobre todo, lo que más le alegraba era que Nahoya y él irían al festival juntos.

A medida que avanzaba, Yasuhiro comenzó a darse cuenta de que lo que sentía por el pelinaranja iba más allá de la amistad. Había algo en su pecho que lo impulsaba a querer estar cerca de él, a apoyarlo y verlo sonreír. Pero, por otro lado, también sabía que debía ser cauteloso. Un amor no correspondido podría causarle más dolor del que estaba dispuesto a soportar. Lo que más le preocupaba no era tanto su propio sufrimiento, sino el de Nahoya. No podía perdonarse a sí mismo si, por su causa, le causaba alguna herida emocional.

El día del festival llegó, y con él la emoción de pasar un buen rato juntos. Nahoya y Yasuhiro llegaron al lugar y, al poco rato, se encontraron con algunos conocidos de la TouMan, entre ellos Hakkai, Mitsuya y la hermana de Hakkai. Las luces del festival brillaban en la noche, creando una atmósfera mágica llena de alegría y expectación por la llegada del Año Nuevo. Todos compartían sonrisas y risas, disfrutando del momento.

𝓛𝓸𝓿𝓮 𝓒𝓻𝓪𝓴𝓬𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora