La situación estaba tensa, con la batalla entre la TouMan y Tenjiku alcanzando su punto máximo. Los miembros de la TouMan habían logrado poner en el suelo a los mejores luchadores de Tenjiku, pero aún quedaba mucho por hacer. Souya había demostrado su fuerza y habilidad, derrotando rápidamente a Muto con su poder desatado, pero la pelea estaba lejos de terminar.
Izana Kurokawa, el líder de Tenjiku, no iba a permitir que su pandilla cayera tan fácilmente. Decidió enfrentarse a los más fuertes de la TouMan, comenzando con Souya, con la intención de dejarlo fuera de combate y restaurar el equilibrio de la pelea. Su frialdad y astucia lo hacían un oponente formidable, pero no contaba con que la moral de la TouMan cambiaría drásticamente en el momento más crítico.
Cuando Izana se acercaba a Souya, con la intención de darle el golpe final, una voz familiar resonó en el aire: Mikey, el líder de la TouMan, junto a Draken, hicieron su entrada triunfal en el campo de batalla. Su aparición revitalizó a todos los miembros de la TouMan, que, aunque ya estaban luchando con todo, sentían que la esperanza se desvanecía lentamente.
La llegada de Mikey y Draken fue como un faro de luz, levantando el ánimo de toda la pandilla. Mikey, con su determinación imparable y su dolor por la reciente pérdida de Emma a manos de Tenjiku, ahora tenía más razones que nunca para luchar. La promesa de venganza y justicia por su amiga y compañera en la TouMan empujó a todos a redoblar sus esfuerzos.
Izana, por más confiado que estuviera, no había contado con la fuerza colectiva de la TouMan y el impacto de la presencia de Mikey. Aunque la batalla aún estaba en pie, la moral de la TouMan se había elevado por completo. Mikey y Draken estaban listos para liderar a su pandilla a la victoria, y aunque aún quedaba mucho por pelear, ahora tenían una nueva energía que podría cambiar el curso de la guerra.
La pregunta que se planteaba ahora era si la determinación de Mikey y su pandilla sería suficiente para derrotar finalmente a Tenjiku. ¿Podrían ganar la pelea y vengar la pérdida de Emma? La batalla aún no había terminado, pero la llegada de Mikey y Draken había dado a la TouMan una ventaja crucial.
Como se mencionó, los mejores hombres de Tenjiku yacían en el suelo, derrotados por la TouMan. Sin embargo, Izana no pensaba rendirse tan fácilmente ante Mikey. La lucha entre ellos se intensificó, y aunque Mikey parecía invencible, la desesperación de Izana lo debilitó. El peliblanco cayó derrotado ante el imparable Mikey, y su cuerpo quedó tendido en el suelo.
Muto, que apenas recuperaba la conciencia, luchaba con la idea de escapar y salvar a sus abuelos. Pero, en su mente, la voz de Kisaki resonaba, fría y calculadora, como siempre: "Mata a ese maldito azul o ellos mueren." Las palabras retumbaban en su cabeza, y la desesperación comenzó a consumirlo. Sabía que si no actuaba rápido, perdería a su única familia.
Pero la lucha interna de Muto era feroz. Lastimar a Souya, lo mismo que hacerle daño a Nahoya, era algo que nunca había querido. Sin embargo, el miedo de perder a sus abuelos lo empujaba hacia la toma de decisiones que nunca imaginó. No tenía idea de dónde los tenían, pero lo que sí sabía era que no podía quedarse de brazos cruzados.
Con esfuerzo, logró ponerse en pie y observó la escena que se desarrollaba a su alrededor. La derrota era evidente; la TouMan había prevalecido. Muto se encontraba atrapado entre la necesidad de salvar a los que más amaba y el peso de su propia moral. La incertidumbre lo atormentaba, pero sabía que debía decidir rápidamente.
El golpe que recibió Muto pareció sacarlo de su trance, y, como si fuera una alucinación, volvió a escuchar aquella voz, la voz de la mujer que lo había amado y le había dado la vida. ¿Era real? No lo sabía, pero de alguna manera, espiritualmente, sentía que su madre estaba con él, guiándolo, instándole a tomar la decisión correcta. En su mente, las palabras de su madre resonaban claramente: "Yasuhiro, no lo hagas, por favor."
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𝓛𝓸𝓿𝓮 𝓒𝓻𝓪𝓴𝓬𝓼
Fanfiction¿Sabe lo mejor de los corazones rotos? Que solo pueden romperse de verdad una vez. Lo demás son rasguños (Carlos Ruiz Zafón) No hay nada como el primer amor, ese que nos eleva a lo más alto. La caída es tan fuerte que, cuando nos recuperamos, ya nad...
