Capítulo 27.

1K 185 8
                                    

Ni siquiera tuve tiempo de cambiarme las incómodas mallas antes de que Christian me llevara a su estudio.

Mueve un cuadro de un velero en la pared junto a la puerta y no me sorprende cuando aparece una caja fuerte con un teclado electrónico. Presiona un par de botones, luego la puerta se abre.

Lo veo sacar dos maletines muy pequeños y ponerlos sobre su escritorio.

—Te dejaré elegir una de estas.

No entiendo nada, pero igual observo las dos pistolas que me muestra, una en color negro y la otra plateada, pero el mango es de madera y más pequeña.

—Son muy bonitas. —balbuceo mirándolas—. ¿No es mejor si me das un arma vieja o algo así? Una que no importa si la rompo.

No sé mucho de armas, pero estas deben ser tremendamente valiosas si las tiene en su caja fuerte, y no quiero ser la despistada chica que las perdió.

—Prefiero que tengas una nueva. —levanta una por una para revisarlas—. Las pistolas viejas o sin el mantenimiento correcto pueden fallar.

Oh.

—¿Alguna recomendación? —pregunto, ya que él es el experto y parece decidido a enseñarme a usarla.

—La nueve milímetros es más pesada, pero más segura. —gira el maletín de la pistola negra—. Lleva un cargador para 15 tiros, así que te puede sacar de un apuro y nunca falla.

Paso los dedos por encima del metal y puedo sentir la rigidez del gatillo. En definitiva es un arma poderosa, tendría qué practicar mucho para incluso levantarla sin que mi mano tiemble. La otra, por otro lado, se ve más manejable.

—¿Y esta?

—Es más pequeña. —señala lo obvio—. Escuadra, calibre 22. Este cargador lleva solo 10 tiros, pero sigue siendo lo suficientemente ligera para que la lleves en tu ropa o bolso.

Tiene razón, casi parece un juguete de lo pequeña que es. Miro ambos estuches tratando de decidir cuál sería mejor opción para mí.

—Creo que quiero esa. —señalo la primera—. La que tiene más tiros.

Christian sonríe.

—Te tomará un tiempo acostumbrarte al peso.

—Lo sé. ¿Puedo tomarla? —pregunto señalando la caja, y él asiente.

La toma primero para asegurarse que tiene el cargador desabastecido, también señala un pequeño pasador en el costado que es el seguro del arma.

—Quédatela, llévala contigo y acostúmbrate a ocultarla en tu ropa. Más tarde te enseñaré a disparar y tendrás que practicar todos los días.

Eso me emociona mucho porque la lucha cuerpo a cuerpo o el boxeo no estaban resultando para mí porque soy más pequeña que Prescott, jamás podría enfrentar a alguien de su tamaño.

Christian cierra los estuches y los pone de nuevo en la caja fuerte, apenas pone el cuadro en su lugar cuando Prescott llama a la puerta de su estudio.

—¿Señor Grey? Lamento la interrupción, pero su hermano está aquí y quiere hablar con usted.

Las cejas de Christian se fruncen inmediatamente.

—¿Qué carajos quiere? —gruñe, yendo hacia la puerta conmigo detrás de él.

Se dirige a la sala y se asoma por la ventana, haciendo a un lado la pesada cortina de color vino.

—Jodido Elliot. —murmura, luego camina hacia la puerta.

Yo voy detrás de él cuando abre la puerta y se enfrenta a su hermano, que no estoy tan feliz de ver.

—¿Qué mierda quieres ahora, Elliot? —le grita, cruzando sus fuertes brazos.

—Christian, ¡Por favor! —se acerca con las manos en alto, aunque detrás de él Reynolds tiene la mano en la chaqueta—. ¡Déjame volver! No quiero quedarme en Belleview.

¿Volver?

—¿No puedes ir a vivir a un puto hotel?

Elliot da otros pasos.

—Descongela mis cuentas, así podría tener mi propio lugar. —responde con molestia, pero Christian no se deja llevar.

—Eres tan idiota que comprarías el jodido hotel y luego lo venderías por una fracción de su costo.

—Bueno... —las cejas de Elliot se alzan en aceptación—. Algunos somos más impulsivos que otros.

Christian pone los ojos en blanco, girando hacia mi para hablarme. Estamos tan cerca que no hace falta alzar la voz.

—¿Qué hay en Belleview que no quiere estar ahí? —pregunto con genuina curiosidad.

—Sangre y pesadillas. —dice como si eso lo explicara todo—. ¿Crees que podrías sentirte segura con Elliot alrededor?

Mi mano presiona con más fuerza el arma que llevo dentro de mis mallas y la toco, atrayendo la atención de ojos grises ahí. Asiente discretamente y sonríe.

—No lo dejes intimidarte, y usa tu nueva arma para defenderte.

—Está descargada. —le recuerdo.

—Elliot no lo sabe. —dice, girando hacia su hermano que sigue observando—. Mi casa, mis putas reglas. ¿No te gusta? Te vas a la mierda.

Y con eso él vuelve a su estudio donde seguramente va a tomar un vaso muy grande de whisky. Mi mirada vuelve a Reynolds, quién saca la mano de la chaqueta y sigue a Elliot como un perrito.

—Hola dulzura. —me saluda—. ¿Me extrañaste?

—No.

Él sonríe, mirándome de arriba a abajo con toda la intención de incomodarme.

—Te ves bien, Christian está cuidando de ti. —su mirada se detiene en la enorme camisa de su hermano que llevo—. Demasiado bien, si me lo preguntas.

—Esta también es mi casa ahora. —le digo en el mismo tono de voz que usó Christian—. Así que quítate de mi camino, Elliot, o haré que te arrepientas.

El rubio suelta una exagerada carcajada de burla, limpiando lágrimas imaginarias de sus ojos.

—¿Tú? Lo único que podrías hacer es llorar hasta deshidratarte.

Sin pensarlo, saco la pistola de mis pantalones de malla y la levanto para apoyarla contra su cabeza, el tonto está tan cerca que no puede ver el temblor en mi mano.

—Quiero ver cómo lo intentas.

Elliot se queda inmóvil con la cabeza gacha, levanta las manos lentamente y yo presiono con más fuerza contra su cabeza.

—Mierda, dulzura. Te crecieron un gran par de bolas, eh.

Presiono una última vez antes de bajar la pistola y hacerme a un lado para que él entre, aún riéndose muy bajito. Mi atención se mueve entonces a la verdadera amenaza: Reynolds y su mano de vuelta metida dentro de la pechera.

.
.
.

1/3

Capítulos dedicados a 1220sarai por ser la Cerecita del Mes 🍒

(◍•ᴗ•◍)❤

Labios Rojos (Color Venganza #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora