Han JiSung y el gato platinado [#3]; minsung

10. SaeJah y HyunSan Hwang

Guía de colores del cabello de Han JiSung:

Rojo: enojo; Rosa: vergüenza; Violeta: amado; Azul: triste; Celeste: emocionado; Blanco: peligro; Amarillo: preocupado; Verde: asustado; Naranjo: confundido; Gris: dolido; Marrón: neutro; Verde menta: alegre; Negro: cansado; verde oliva: miedo; Rosa pálido: culpa; Rubio cenizo: nerviosismo; Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma.

Capítlo 10

SaeJah y HyunSan Hwang

Era pasado de las siete de la tarde, y en King's Cross era lo suficientemente fresco como para compensar el calor del día.

El matrimonio Hwang era lo suficientemente popular como irracional para la mayoría de las personas: un hombre encorvado, de piernas abiertas y barbón que se dedicaba a fumar de su pipa mágica con tabaco insaciable comprado en el mercado negro; mientras que, a su lado, una mujer de espalda recta, cabello largo y rubio como el sol que dejaba a todo ser humano (y otras veces, criaturas mágicas) encandilados con su belleza.

Un matrimonio tan particular como romántico. Para los seguidores más fanáticos del Quidditch, podrían encontrar algo de esperanza en sus vidas románticas con solo ver a uno de los jugadores más legendarios del equipo de Gran Bretaña.

—¿Crees que debemos cenar algo preparado en casa? —preguntó SaeJah, viendo el reloj del andén del tren—. No recuerdo haberle pedido la cena a Amery.

—Qué tal si, no sé, ¿haces como los muggles y pides a domicilio? —contestó HyunSan, quemando el tabaco de la pipa con la punta de su varita—. Supongo que algo debe llegar a nuestra casa.

—Hanji intentó hacer el pedido ese por el tefelono en el verano, y no resultó —contestó SaeJah con falsa pena. Miró a HyunSan por un momento, fumar de la pipa colorida, y extendió su mano—. Dame un poco.

HyunSan le entregó, y la pareja fumó en la espera de la llegada del tren.

—Disculpe... —Un matrimonio, mucho más viejo, se acercó a ellos. —¿Señor HyunSan? Somos unos grandes admiradores de usted y su rendimiento.

—Muchas gracias —correspondió el hombre con solemnidad.

—¿Le importaría si nos da su autógrafo? —pidió la esposa del matrimonio.

HyunSan casi dejó caer la pipa cuando se la entregó con emoción a SaeJah, sacando de su manga una propia pluma y firmando entre palabras de agradecimiento y aliento aquella revista de 1992 que el esposo del matrimonio traía consigo.

—La jugada que hizo en el mundial de Quidditch fue envidiable.

—Oh- que lo digas. Estuve cerca de dieciocho meses practicando esa atrapada.

—¡¿Tanto tiempo, por Merlín?!

—¡Claro! —sonrió con orgullo HyunSan—. Para ser bueno en lo que haces, debes entregarte a lo que haces.

El viejo matrimonio compartió un par de palabras más con HyunSan antes de inclinarse con cordialidad y mirar a SaeJah, quien, con su seriedad característica, solo recibió otra inclinación. El matrimonio se fue, y HyunSan lanzó una grave carcajada.

—Es más interesante un jugador de Quidditch a que alguien que recibió el reconocimiento del Departamento de Salud de Occidente entre los brujos —masculló ella.

—Es tu belleza la que los intimida —justificó HyunSan.

—Si quieren halagarme en algo, que mejor sea con mi cerebro.