"La primera vez que vi a un niño me maravillé;
todo le daba risa por algún motivo.
Me propuse que esa condición tan elevada de conciencia
debía ser prolongada a toda costa"
De Las memorias de Adryo
Elías fue el primero en despertar, la verdad, durmió por intervalos. Un sueño recurrente lo mantuvo en vela la mayor parte de la noche, bueno, un par de sueños hasta donde recordaba. Eran tan absurdos como inquietantes: en el primero una figura geométrica, como un cubo, se presentaba ante él diminuta e insignificante, aunque sabía que era un cubo, a ratos parecía tener solo dos dimensiones. Podía sostenerlo cómodamente con una mano, como un cubo Rubik. Al instante, se hacía tan pequeño que casi se perdía entre sus dedos; era como si de la nada Elías se había convertido en un gigante desproporcionadamente grande, al punto que si le pedían precisar donde estaba el cubo exactamente le hubiese resultado imposible, era muy pequeño para ser visto, pero sabía de algún modo que vivía en su mano. De pronto pasaba lo peor: el cubo —que era de color azul según cree recordar—, empezaba a crecer de forma desproporcionada; crecía y no paraba de crecer, hasta que no quedaba espacio para Elías en el mundo, todo era el cubo, haciéndose tan grotescamente masivo que era imposible tratar de entender su índole o tamaño. La visión del niño en esa pesadilla era solo un plano azul, todo en derredor era aquella diabólica figura geométrica imposiblemente desproporcionada, sin importar a donde mirase, estaba rodeado por una gran pantalla añil, y no podía saber si estaba al comienzo o al centro de la longitud del inerte monstruo, ya que parecía no tener principio ni fin. En este punto despertaba, sintiendo pánico, como si ese cubo estuviese en algún lugar del cuarto, al acecho, presto a engullir todo a su paso.
Otro sueño que tuvo le propinaba la misma sensación inquietante, aunque este era mucho menos abstracto: un amigo le había pedido ayuda con un problema minúsculo, o directamente le había pedido dinero prestado; tenía la certeza de que era así, pero no recordaba en qué punto se había producido la petición. El hecho es que llegaba al sitio con gran sentido de urgencia, con la obligación de ayudar a esa persona y los cinco euros en la mano; cree recordar al menos que en el sueño le habían pedido en préstamo cinco euros, para algún asunto mucho muy urgente, impostergable, de vida o muerte. Estaban contando con él para salvar una vida hasta donde entendía, y todo dependía de aquellos míseros cinco euros. Cuando llegaba a la estancia, su amigo, a quien nunca reconoció, le decía con vos lúgubre:
—¡Necesitábamos cinco millones de euros!, ¿qué has hecho?... ¡lo has arruinado todo!
En este punto sentía la misma angustia que le provocaba el cubo azul del infierno: un nerviosismo inmensurable; estaba a punto de resolver un gran problema para alguien que estimaba —o eso creía entender en el sueño—, y falló miserablemente y por mucho. ¿De dónde podría sacar cinco millones de euros? Quería escapar, huir de aquella encomienda absurda, pero... ¿cómo hacerlo? Era un asunto mucho muy urgente, ¡impostergable! ¡Todos estaban contando con él para resolverlo! Este era el momento en que se sentía pequeño, como cuando el cubo del demonio engullía su mundo, y despertaba otra vez, con esa sensación de angustia, de urgencia, de ineptitud.
Erick dormía, su cuarto estaba decorado con luces led y no las apagaban por la noche; esta era la otra razón de su trasnocho. En su claro por las noches todo era tan oscuro que, en ocasiones daba lo mismo tener los ojos abiertos que cerrados. Una lagrima intentó derramarse por su mejilla, pero la secó rápidamente con la sábana; no quería que su amigo despertara y le sorprendiera llorando.
Cuando entrecerraba los ojos las luces led del techo parecían multiplicarse en mil astros titilando en las lejanías infinitas del universo, sonrió nostálgico, recordando la vez que le dijo a su padre que quería un telescopio para ver las estrellas, la luna, el sol, todos los cuerpos celestes que creyó podría avistar, y ver tan cerca que se sentiría capaz de tocarlos con la mano.

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Nero
Horror**Ganadora de los Wattys 2022, categoría Horror** A las afueras de Zamora, una pequeña ciudad al norte de España, Nero Navas vive con su hijo Elías lo que a la distancia parece ser una vida idílica de tranquilidad, huerto y noches abovedadas de estr...