2008 - Búsqueda

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"El que cría con amor

cerrará en sus hijos sus propias heridas,

el que no, las causará"

De Las memorias de Adryo.


—Se fue sin más —dijo Marta por cuarta vez, ya visiblemente frustrada a la agente de policía—, no me dijo a donde iba ni nada, estábamos hablando y salió corriendo, como si había dejado la estufa encendida ya se lo he dicho.

—¿Y de que estaban hablando en ese momento? Justo cuando desapareció, puede ser importante —insistió la oficial.

—Coño pues de muchas cosas, de los niños, los padres, la escuela, nada como pa' salir corriendo —respondió Marta, ahora por quinta vez.

—Vale —dijo la oficial mientras tomaba nota en un cuadernito—, pues bueno... justo ahora no podemos declarar que está desaparecido ni mucho menos, ¡vamos!, que hace pocas horas estaba aquí en el parque. Así que por ahora vamos a realizar una búsqueda, vamos a peinar la zona, más que nada por los eventos que... bueno usted obviamente sabe lo del cuerpo, y para garantizar la seguridad de todos, pero es recomendable si, que los niños se retiren.

—Pues se lo han tomado como un juego —respondió Marta desconcertada—, a ver quién los saca de aquí, porque dicen que van a buscar ellos también.

—Pues nada, sigan llamándole al móvil, mantengan los teléfonos encendidos, y los niños para casa.

—Vale, vale —respondió Marta apesadumbrada por el peso de sus responsabilidades, y la faena larga que estaba haciendo.

Abandonó el estacionamiento y se adentró de vuelta al parque en busca del grupo de niños.

Elías, el principal aludido, parecía no haber siquiera entendido la situación. Cuando Marta le dijo hace un momento que si no aparecía su padre no sabía dónde iba a pasar la noche, Elías simplemente sonrió, y le respondió que él nunca había pasado la noche en la ciudad. Por un instante tan breve que apenas merecía llamarse instante, Marta deseó que el niño también se pusiera en alerta, en ese fugaz momento que apenas podía llamarse momento, quiso decirle que la situación era mucho pero muy grave, que no era esa la ocasión para chistes; pero ese instinto se desvaneció antes de manifestarse, porque Marta recordó que afrontar los tiempos más inciertos y difíciles viendo el lado bueno de las cosas, con estoicismo, requería mucho más valor y entereza que entrar en pánico, y se sorprendió de la capacidad que tenían sus alumnos, de enseñarle valiosas lecciones de la vida siendo en verdad tan inmaduros. El teléfono de Marta sonó.

—¿Si diga? —respondió.

—Hola Marta, —era la oficial con la que hablaba hace un momento, bastó la voz para reconocerla—, quería confirmar contigo, los niños, deben salir del parque de inmediato, es instrucción de la comisaría, todos para casa a resguardarse.

—Si, me lo ha dicho ya, apenas esté con ellos los despacho... ¿qué ha pasado con la búsqueda? —preguntó Marta.

A medida que se adentraba en el parque, notaba como los oficiales que estaban en el mismo lo abandonaban.

—La búsqueda va a continuar en horas de la mañana —reveló la oficial al teléfono—, por ahora todos debemos volver al comando.

—¿Ha pasado algo? —preguntó Marta que de súbito sintió su estómago revolverse—, ¿han cancelado la búsqueda? ¿O... han encontrado algo?

—De verdad ni yo sé que ha pasado —respondió la oficial—, el oficial González ha decidido que la búsqueda se hará mañana a partir de las ocho de la mañana, así que nada, todos para casa, incluidos los niños, recuerde Marta que las alarmas han saltado después de lo del cuerpo.

NeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora