acompañándote

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—Toma mi mano —Dijo Marc, con voz muy baja. También mirándome de forma extraña, que de un momento a otro, me hizo sentir preocupado—, por favor.

Hice lo que me pidió. Marc estaba temblando un poco: —¿Estás... bien? —Marc dejó de mirarme; tal vez fue una pregunta tonta de mi parte—. ¿Quiero decir, ¿qué sucede?

—Podemos, solo irnos de aquí —Pidió—, por favor.

Asentí, aunque un poco confundido. Me levanté al mismo tiempo que Marc y caminé detrás de él sin saber a dónde íbamos. Todos en el patio estaban ocupados en sus asuntos, pero no pude evitar pensar que teníamos muchas miradas encima. Tal vez solo soy yo, nervioso, por ser la primera vez que me tomo de las manos con Marc en la escuela.

Marc y yo bajamos al sótano de la escuela. Como era de esperarse, no había nadie aquí. Yo no he entrado aquí desde aquella vez en que la clase le dio consuelo a Juleka por la situación de su novia, ¿por qué esto siempre está convenientemente abierto cuando alguien se siente mal?

Marc se sostuvo con la espalda en la pared y se dejó caer al suelo, no tan sútil como solía hacer todo. Me asusté, por un segundo pensé que se había desmayado, así que me tumbé rápido junto a él, pero Marc seguía con los ojos abiertos aunque respiraba algo errático. Fue un poco desconcertante y ahora mi cuerpo estaba frío y tembloroso por la impresión.

Él colocó su mano sobre la mía y recostó su cabeza en mi hombro.

—¿Qué sucede, Marc?

—Lo siento —Susurró—, por traerte aquí de pronto y asustarte. No estoy bien, Nath. Tengo un examen muy importante al final del día —Explicó—. Manejo muy bien el tema, pero, ¿y si no lo hago como espero, Nath? No quiero sentirme así por eso. Sé que un simple examen no es el fin del mundo.

Marc continúa divagando y yo solo le escucho mientras pienso en qué decirle. No soy bueno dando consuelo, normalmente me guardo las cosas hasta ser capaz de expresar lo que siento y me insulto a mí mismo cuando algo no está bien conmigo. Pero no haré lo mismo con Marc; cuando dejó de hablar, lo abracé fuerte.

Respiré profundo y notorio, pues Marc terminó imitandome hasta respirar más tranquilo.

—Es normal estar nervioso —Digo, pausado y algo inseguro; sin embargo, intento no ser tan evidente—. Te conozco bien, eres muy capaz y no dudo que hayas estado estudiando mucho, Marc —Acaricio su espalda y sigo hablandole: —Pero, si en algo te sirve de ayuda, puedo repasar contigo. Haciendote preguntas o completando tus frases, tal vez.

—Gracias... eso sería de gran ayuda —Respondió en voz baja—, mis notas están en mi libreta.

Estoy a punto de separarme para buscar entre sus cosas, pero él me detiene, aferrándose más a mí.

—Aún no me sueltes, por favor.

—De acuerdo —Asiento y comienzo a acariciar su cabello. Creo que, de esta forma, Marc se siente calmado. Sé que solo es un mal momento y que luego le irá bien, pero, mientras tanto,  quiero ayudarlo a estar seguro de sí mismo.

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