Relatos Marcaniel [+18]

llanto

—Últimamente —Susurró Marc, y después calló. Parece inseguro sobre lo que quiere decirme.

No tengo intenciones de hablar demasiado, al menos hasta que él sepa como continuar. Pero los minutos pasan rápido, o así lo percibo; desearía que el tiempo corriera más despacio, que se detuviera o retrocediera a un momento donde no estuviera sintiendo esta incomodidad en mi pecho. Sé que eso último es imposible y tal vez tonto. Estoy divagando en mente; sin embargo, mi cara y mi cuerpo lo reflejan, pues Marc no ha dejado de mirarme angustiado al mismo tiempo que acaricia mi mano. Aun así, no soy capaz de corresponderle en lo absoluto justo ahora.

—No te noto muy animado —Dice él, al fin, tal vez sintiéndose algo cohibido.

Tiene razón, como siempre, cuando se trata de mí. No quiero poner en palabras lo que siento, sé que haré el tonto al no tener una buena manera de explicarme. Tampoco quiero llorar. Tal vez Marc piense que mi estado de ánimo se deba a algo que él hizo y no quiero castigarlo con mi silencio, porque él no tiene nada que ver con cómo me siento.

Pero esta mierda, me supera con creces. Es mucho, ¿no es cierto? Esto que siento dentro de mí se hace cada día menos soportable. Me siento lento, abrumado, lleno de tristeza y cada vez que estoy solo, creo que voy a desbordarme y será mi fin. He pasado días horribles y solo estoy regulado cuando paso largas horas del día durmiendo.

Pronto mi cuerpo comienza a sentirse tenso y ya no puedo mantenerme estable. A duras penas, busco las pocas fuerzas que me quedan y me recuesto boca abajo en el regazo de Marc. Cubro mi cara con mis brazos para que no note lo roja que ha de verse. Entonces, lloro muy fuerte, como si hubiera perdido a alguien cercano, como si no me hubiera permitido llorar antes de venir con él, aunque era todo lo contrario. Yo realmente no quería que Marc me viese en este estado tan deplorable.

Pero él es comprensivo. A pesar de que ahora no menciona ninguna palabra, Marc acaricia mi cabello y mi espalda, sucesivamente. No me calma, en cambio, me hace sentir que no estoy solo en mi dolor. Este sentimiento es muy personal y prefiero mantenerlo de esta forma, al menos por un tiempo, mientras no estoy preparado para hablarle al respecto.

Aun así, soy consciente de que en lo profundo de mi corazón, más allá de esto que siento, le estoy agradeciendo por lo comprensivo que está siendo en este momento.

—Llora todo lo que necesites —Me dijo suavemente—. Estoy aquí para tí.