Prólogo

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Un niño de unos cinco años corre detrás de su pequeño perro peludo, el cual fue un regalo por parte de sus padres. Los cuales tenían la esperanza de que su hijo pudiera mostrar algún interés por la vida con ayuda de la pequeña mascota.

El nombre de aquel niño es Gulf Kanawut. La luz de sus padres, los abogados Kanawut. Millonarios que se hicieron con trabajo duro. Para esta pareja de casados, que duraron años tratando de concebir un hijo sin ningún resultado, la llegada de Gulf fue una gran dicha en sus vidas.

El niño fue encontrado abandonado por una de las sirvientas de los Kanawut en un basurero cuando iba de camino a su casa, por una deteriorada y maloliente calle que parecía un vertedero en vez de una calle transitada. Regularmente, Carmen no se dirigía a su casa por ese lugar, ya que el olor y los vagabundos drogadictos que se refugiaban en esa calle eran demasiados peligros. Capaces de matar por unos centavos y ella, aunque era solo una anciana en sus últimos años sin mucho en sus bolsillos, ella nunca se arriesgaba a pasar por esa calle.

Su meta era morir de manera natural, en su cama, pacíficamente. Sin embargo, aquella noche algo le decía que debía ir por esa calle. Y no se equivocó. A solo un minuto de caminar esa calle, vio a varios vagabundos rodear sorprendidos quien sabe que cosa. Tal vez se estaban drogando grupalmente o algo.

Ella iba a darse la vuelta y regresar por donde vino, pero detuvo su andar. Los vagabundos se fueron corriendo dejando ver un pequeño bulto que parecía un niño. Pensando que su visión malograda por la edad le estaba jugando una pasada, ella decidió acercarse temerosamente al pequeño bulto y, ¡oh Dios bendito! Allí entre una cobija sucia se encontraba un niño de unos 2 o 3 años.

El niño estaba sentado entre basura con la horrenda cobija cubriendo su cuerpecito y con la mirada en un grafiti que ilustraba el asesinato a sangre fría de un policía a tiros. El niño no apartaba la vista de aquel grafiti. Su expresión no revela absolutamente nada. Pareciera como si el niño simplemente estuviera observando algo irrelevante. Y no aquella atrocidad.

La anciana Carmen, sin saber que hacer, mira a los lados a ver si alguno de aquellos vagabundos regresaba por el niño. Se quedó allí, parada, sin saber qué hacer como por una hora. Pero nadie se dignaba a regresar por aquel niño que seguía manteniendo su mirada fija en aquel grafiti del asesinato violento.

Ella tomó al pequeño entre sus brazos, y este ni se inmutó. Su cuerpecito no se tensó o reaccionó a la acción de Carmen.

_ ¿Te encuentras bien pequeño?_ cuestionó con voz amable Carmen, pero no recibió ninguna respuesta por parte del niño. Este ni pestañeo._ ¿Sabes dónde están tus padres, niño?_ volvió a preguntar con la esperanza de obtener una respuesta por parte del niño.

Carmen soltó un respiro largo de decepción al no escuchar nuevamente ninguna respuesta. Tal vez esté aún no podía hablar y ella se había equivocado en la edad del niño, pero lo dudaba.

Los niños normalmente tienen unos pulmones para gritar que asustan, pero este niño únicamente se queda tranquilo entre los brazos de Carmen. Como si nada de lo que estuviera ocurriendo, no tuviera que ver con él. Bueno, tal vez por la edad no entienda mucho lo que está sucediendo o tal vez se encuentre en estado de shock.

Es obvio que nadie regresaría por el niño. Por lo que sin tener alguna idea de qué hacer con el niño, Carmen regresó sobre sus pies a la casa de sus señores. Ellos, siendo personas de conocimientos y educación, deben de saber que es lo apropiado para este tipo de situaciones.

No tardó mucho en llegar nuevamente a la mansión Kanawut.

_ ¿Qué la trae de nuevo por aquí, señora Carmen?_ pregunta curioso uno de los de seguridad de la mansión.

_ Nada, niño._ responde sin dar explicación, dejando al pobre guardia con curiosidad.

Por fortuna, tan pronto entró por la puerta de la gran mansión, pudo escuchar la risa de su señora proviniendo de la sala de estar. Por lo que sin perder tiempo se dirigió hasta allí.

_ Carmen, mujer, yo ya te hacía descansando en tu casa._ dijo Marcos, el señor de la casa.

_ Pues me he encontrado una sorpresita de camino a casa, señor._ respondió la mujer señalando al niño entre sus brazos.

Carmen le explicó a Marcos y Sara cómo había encontrado al niño y la falta de reacción esté ante la situación.

Marcos escuchaba atentamente la explicación de Carmen, mientras que Sara sólo podía mirar al niño, con mucha curiosidad, por la mirada tan perdida que mostraba el niño.

_ ¿Cómo te llamas pequeño?_ preguntó la mujer con delicadeza.

Paulatinamente, el chico fijó su mirada azul en Sara. Por minutos el niño simplemente se quedó mirándola sin decir palabra alguna. La conversación entre Carmen y Marcos se detuvo curiosos por el intento de interacción entre Sara y el niño.

_ Gulf._ dijo el niño al fin con voz aburrida para luego devolver su mirada nuevamente al piso.

Esa simple palabra que salió de los labios del niño, fue suficiente para Sara. Ese niño... Gulf necesitaba ayuda y ella se encargaría de dársela. Con nada más unos minutos de haber conocido al niño, ella se dio cuenta lo aburrido y lo poco interesante que Gulf encontraba el mundo. Y no pudo evitar sentir una tremenda tristeza por el niño. Alguien tan pequeño no merecía ver el mundo de esa manera tan apagada y con tanto desinterés.

Y ella así lo hizo. Gulf pasó a ser un Kanawut. El joven de padres ricos. Hermoso como una visión irreal.

Pero él es tan hermoso como lo es de peligroso.

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Sweet Lies (Libro N°2- Saga Psicópatas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora