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Me retraje ante su declaración.

—¿Qué tú qué?

Volvió a coger el mechón de pelo de nuevo, jugando con el.

—En celo. Por así decirlo.

—Yo... yo... —Parpadeé, tratando de ordenar mis pensamientos—. Pensaba que solo las hembras entraban en celo bueno... Sabes a que me refiero. —¿No que los hombres en este caso los con pene, tenían el equipo incorrecto para ello? Tratando de lucir indiferente, le di un rápido vistazo a su paquete. Bueno, ahora. O realmente estaba en celo, o estaba tan bien dotada como decía ser.

—Todos usamos el término y estás en lo correcto, solo las hembras entran en celo, bueno tu entiendes. —Su boca se torció—. Una de las hembras puma de mi clan está por entrar en celo en unos días. Su necesidad afecta a todos los machos y en mi caso no es diferente, así que ocurren peleas entre los hombres que no están en pareja para reclamarla y las políticas del clan se vuelven realmente complicadas por estos días. Normalmente ella se iría de la ciudad si no tuviera una pareja, pero... no puede esta vez. —Su cara se endureció.

—Oh. —Exhalé, pensando con fuerza. Mi mirada se posó rápidamente en la sensual curva de su boca, el pequeño trozo de su lengua que tocaba sus labios. Oh, Dios—. Entonces... ¿Por qué no se juntan la hembra y tú?

—Es complicado —dijo y se deslizó un poco más cerca de mí—. Y yo te quiero a ti.

—Oh —repetí, retirándome. La parte trasera de mi cabeza se golpeó fuertemente contra la ventana empañada del Viper. Quizás era tabú para ella cortejarla. Yo no sabía mucho sobre Alianzas políticas, o pumas en general, pero ellos tenían su propia jerarquía—. ¿Es por eso que... Nayeon...?

Ella asintió y llevó suavemente su mano a mi cabello, quitando el broche que mantenía mi apretado moño en su lugar y liberando así los castaños mechones que se desparramaron hasta mis hombros.

—He estado queriendo hacer eso toda la noche —dijo, recorriendo mi cabello con sus dedos y luego masajeando mi cuello, como una gata masajeando sus patas. Su voz era un gruñido bajo—. Tu cabello es infernalmente sexy. ¿Cuán largo es?

—Hasta mi cintura —dije sin voz, mi respiración se aceleró hasta coincidir con la suya, mis ojos clavados en su rostro—. ¿Así que estabas usando el servicio de citas para encontrar a alguien porque estabas en celo?

Ella levantó su mano, con una gran cantidad de mi cabello en ella y lo dejó deslizarse entre sus dedos como si fuera seda. Claramente el inicio de ronroneo en el fondo de su garganta.

—A mí Nayeon no me importa. Tu servicio de citas era la única opción disponible para conseguir una cita de último minuto a la que no le importaría lo que soy, así que pagué la ridícula cuota y armé un perfil esperando que eso se cumpliera.

Quité mi cabello de entre sus manos.

—Nuestro negocio no es ridículo. Nosotros proveemos a aquellos que tienen necesidades muy especiales.

—Es un trabajo peligroso y BoA lo sabe. Lo que es peor es que no le importa. —Sus ojos verdes buscaron los míos—. Es una tonta por contratar humanos para hacer un trabajo delicado. Vas a cruzar alguna línea de la que no tienes idea y entonces todos terminarán en problemas.

—¿Ah sí? —Coloqué con rudeza mi cabello sobre mis hombros. Sus ojos siguieron el movimiento y mi cuerpo sintió un pinchazo de conciencia—. ¿Del mismo modo en que tú has cruzado una línea al salir con una humana?

—Algo así —gruñó, inclinándose.

Planté mi mano en su rostro y la empujé.

—Ha elegido a la chica incorrecta para tu celo.

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