Leyendas del Mañana... y una Lexell

Fix-it 1

—Buenos días, vuelva pronto. Buenos días, bienveni...

El propietario de la Pastelería Calvert se detuvo una milésima de segundo al reconocer al rubio de gabardina que acababa de entrar por la puerta, antes de terminar su saludo de bienvenida.

—¿Qué tal, Rip? — saludó el recién llegado con toda la confianza del mundo.

—No esperaba que tuviera tan mala memoria para confundir mi nombre — respondió el aludido recomponiendo una sonrisa despreocupada —. Aunque si vino una sola vez, podría haberlo deducido. ¿Y sus amigos?

—Mis amigos no están, puedes dejar de hacerte el tonto, Loco del Tiempo— continúo tranquilamente —. Vengo en son de paz.

El pelirrojo suspiró —¿Qué quieres, John? ¿Te enviaron de espía?

—¿Puedo comer algo? — Constantine trató de hacerse el confiado, mirando una repisa.

—No, hasta que me respondas— ya sin ningún esfuerzo por fingir, Rip le lanzó una de sus miradas asesinas, que por mucho tiempo no había necesitado.

John resopló ruidosamente, antes de decidirse a hablar —Me... escapé. Todo se está volviendo muy estresante. Ray se fue con Nora y el muchacho se llevó el último resto de civilidad que quedaba en la nave.

—¿Se fue— Rip preguntó, parpadeando —? Creo que no quiero saber, asumo que Sara y Ava ahora se autoproclamaron las jefas de lugar.

John asintió repetidamente, Rip negó al mismo ritmo, en uno de esos gestos de hombres entendiéndose sin palabras.

—Y recordé este lugar — continuó —lo ordenado y alegre que está la pastelería y lo bien que pasamos en la cena y a Gideon. Aunque mentimos, se sintió real. Como la noche en Nueva York y cuánto se quieren. No como en la Webrider. Ahí todo se siente — suspiró —forzado.

—Voy a seguirte el discurso— Rip se recargó en el mostrador —: estás cansado de la nave y quieres venir aquí.

—A veces— interrumpió.

—¡A veces! — lo arremedó — No somos un balneario relajante, John, es mi familia. Digamos que te dejo entrar: ¿un día te vas a cansar y dejar de venir? Lex lo entendería, ¿pero Gideon?

—No dejaré de venir, lo prometo— el rubio se puso serio, lo que hizo a su amigo entender que no estaba jugando —. Si quieres hacemos un hechizo que...

Rip levantó el índice frente a su cara con una exclamación para hacerlo callar —Regla número 1: ¡sin magia! Con Lex puedes hablarlo, no es mi asunto. Pero conmigo, y sobre todo con Gideon, la magia no existe. Ni siquiera se menciona. Ni siquiera ilusionismo, ni juegos de cartas, ni la Bola 8. Incluso si te pregunta por Santa Claus, el Hada de los Dientes o los Reyes Magos, las únicas palabras que pueden salir de tu boca son: "Pregúntale a tus padres". ¿Entendido?

—Sí, señor— sonrió John, entendiendo que estaba empezando a ganar terreno —. ¿Regla número 2?

—Gideon piensa que es un juego que nos llamemos Lex y Rip cuando no hay nadie más que los tres.

—Perfecto, ¿le diremos que...

Rip asintió — Que está bien que entres al juego.

—¿Estás asumiendo que ella aceptará?