Cuando Minhyuk contaba que era un cazavampiros, la primera reacción de la gente era, invariablemente, quedarse boquiabierta. Luego preguntaban: «¿Vas por ahí clavándoles estacas afiladas en sus malvados y corruptos corazones?».
Vale, tal vez esas no fueran las palabras textuales, pero el significado era el mismo. Y eso hacía que deseara encontrar al primer imbécil que se había inventado ese cuento, allá por el siglo XV, para exterminarlo a él. Aunque lo más probable era que los vampiros ya se hubieran encargado de ese asunto... después de que los primeros acabaran en lo que por aquel entonces fuera algo así como una sala de urgencias.
Minhyuk no les clavaba estacas a los vampiros. Los rastreaba, los metía en una bolsa y se los devolvía a sus amos: los ángeles. Algunas personas lo consideraban un cazarrecompensas, pero, de acuerdo con su tarjeta del Gremio, tenía «Licencia para Cazar Vampiros y Otros Varios», lo que lo convertía en un cazador de vampiros con los beneficios correspondientes, incluida una prima por peligrosidad. Esa prima era muy cuantiosa. Debía serlo para compensar el hecho de que algunas veces los cazadores acababan con la yugular desgarrada.
Aun así, Minhyuk decidió que necesitaba un aumento de sueldo cuando el músculo de su pantorrilla empezó a protestar. Llevaba dos horas metido en el estrecho rincón de un callejón del Bronx; era un doncel alto, de pelo rubio casi blanco y ojos de un gris plateado. Lo del pelo era un incordio. Según Eunhyuk, un amigo suyo (aunque no siempre), era como llevar un cartel que anunciaba su presencia. Puesto que los tintes no le duraban más que un par de minutos, Minhyuk poseía una estupenda colección de gorritos de lana.
Sentía la tentación de taparse la nariz con el que llevaba puesto en ese momento, pero tenía el presentimiento de que eso solo intensificaría el hedor del «ambiente» de aquel húmedo y oscuro rincón de Nueva York. Lo que lo llevó a pensar en las ventajas de los tapones nasales...
Algo se agitó detrás de el.
Se dio la vuelta... y se encontró cara a cara con un gato al acecho cuyos ojos emitían un resplandor plateado en la oscuridad. Tras cerciorarse de que el animal era lo que parecía, volvió a concentrarse en la acera mientras se preguntaba si sus ojos tendrían un aspecto tan raro como los de aquel gato. Era una suerte que hubiera heredado la piel un poco dorada de su abuela marroquí, ya que de lo contrario habría parecido un fantasma.
—¿Dónde demonios estás? —murmuró mientras estiraba la mano para frotarse la pantorrilla. Aquel vampiro le había proporcionado una persecución animada... gracias a lo estúpido que era. El tipo no tenía ni idea de lo que hacía, por lo que resultaba un poco difícil anticiparse a sus movimientos.
Eunhyuk le había preguntado una vez si le causaba remordimientos acorralar a vampiros indefensos y arrastrar sus penosos culos de vuelta a una vida de potencial esclavitud. Su amigo se reía como un histérico en el momento de hacer aquella pregunta. No, no tenía remordimientos. Como no los tenía Eunhyuk. Los vampiros elegían aquella esclavitud (que tenía una duración de cien años) en el instante en que le pedían a un ángel que los Convirtiera en seres casi inmortales. Si hubieran seguido siendo humanos, si se hubiesen ido a la tumba en paz, no estarían atados por un contrato firmado con sangre. Y aunque los ángeles se aprovechaban de su posición, un contrato era un contrato.
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Caído
خيال (فانتازيا)El cazavampiros Lee Minhyuk sabe que es el mejor en lo suyo. Lo que no sabe es si será suficientemente bueno para llevar a cabo esta misión. Lo ha contratado el arcángel Soon Hyunwoo, un ser tan bello como peligroso, una criatura que aterraría a cua...