Capítulo 36

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Hyunwoo salió al balcón de la tercera planta

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Hyunwoo salió al balcón de la tercera planta. Las palabras de Minhyuk aún seguían frescas en su mente.

«Ahora eres un poquito humano.»

Qiàn le había aconsejado que matara a Minhyuk por aquella misma razón. Su reacción al disparo (el dolor, la sangre), no había hecho más que incrementar la certeza de que aquel cazador era peligroso para él. Pero ¿y si con el peligro venía algo más, una inmunidad a la locura del poder, de la edad? Después de todo, se había recuperado del período Silente mucho antes de lo esperado.

Mientras esperaba a que llegara Changkyun, pensó en quién era cuando vio por primera vez a Minhyuk. Había invadido la mente del cazador y lo había aterrorizado sin el menor atisbo de remordimiento. ¿Podría hacerlo de nuevo? Sí, pensó; no se hacía ilusiones con respecto a su bondad natural. Era muy capaz de hacerlo otra vez. Pero la cuestión no era esa... la cuestión era si decidiría hacerlo de nuevo o no.

Changkyun entró en la terraza desde lo alto y aterrizó con la pulcritud que lo convertía en el espía perfecto.

—Esperaba ver a Wonho aquí.

—Está vigilando a Minhyuk. —Hyunwoo habría preferido que llevara a un conductor vampiro también, pero su presencia habría entorpecido la habilidad del cazador para rastrear la esencia de Namjoon. Así que conducía el mismo mientras Wonho lo seguía volando. Entretanto, él estaba confinado en casa debido al ala dañada por el fuego de ángel. Lo cierto era que se estaba curando con rapidez y ya podía volar, pero hacerlo solo habría conseguido empeorar la herida, y necesitaba estar en plena forma cuando Namjoon apareciera de nuevo.

Minhyuk llevaba fuera la mayor parte del día, aunque lo llamaba para informar cada vez que terminaba de examinar una zona de Manhattan. Resultaba extraño darse cuenta de que, aunque tenía muchos otros problemas, lo... echaba de menos. Aquel mortal con el espíritu de un guerrero se había convertido en alguien importante para él.

—Bueno, cuéntame.

—Es lo que pensabas —dijo Changkyun—. Qiàn despierta a los muertos.

Hyunwoo notó el penetrante frescor de la brisa cargada de agua que llegaba desde el río y se preguntó si Qiàn sería tal como era si no hubiera matado al humano que amenazaba con volverla «un poquito» mortal.

—¿Estás seguro?

—Vi cómo lo hacía.

—¿Y viven? —Volvió la mirada hacia el otro ángel.

Los ojos de Changkyun mostraban una profunda repugnancia.

—Yo no lo llamaría vida, pero existe una chispa en su interior, parte del resplandor de la persona que fueron en su día.

Aquello era peor de lo que Hyunwoo había imaginado.

—¿No son marionetas, como creíamos?

—Lo son, pero también son algo más. Abominaciones andantes que ven y oyen, pero nunca hablan. Su silencio queda acallado por los gritos de sus ojos. Saben lo que son.

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