Capítulo 25

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El coche lo esperaba en marcha junto a la acera, una lustrosa pantera negra con un vampiro apoyado contra la reluciente pintura

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El coche lo esperaba en marcha junto a la acera, una lustrosa pantera negra con un vampiro apoyado contra la reluciente pintura. Otro antiguo, notó Minhyuk de inmediato. Llevaba gafas de sol negras y un traje del mismo color; tenía el cabello chocolate oscuro cortado al estilo de un supermodelo de GQ, pero sus labios... eran peligrosos. Mordisqueables. Sensuales.

—Me han ordenado que no te haga daño. —Abrió la puerta trasera.

Minhyuk arrojó la bolsa de viaje hacia el interior y frunció el ceño para sus adentros al notar que su esencia le resultaba familiar.

—Un comienzo prometedor.

Él se quitó las gafas de sol para desconcertarlo con la imagen de sus ojos. Eran verde claro y con las pupilas verticales, como las de una serpiente.

—¡Buuu!

Minhyuk no se asustó... porque se había quedado demasiado estupefacto.

—Es una suerte que no me asusten las lentillas.

Las pupilas se contrajeron. Madre... mía...

—Fui Convertido por Hyejin.

—¿La Reina de los Venenos?

—La Reina de las Serpientes. —Esbozó una sonrisa lánguida y desagradable, volvió a ponerse las gafas y se hizo a un lado para dejar que entrara en el coche.

Fueron las primeras palabras que le había dirigido las que convencieron a Minhyuk de subirse al vehículo. Siempre y cuando Hyunwoo le hubiera puesto la correa a aquel tipo, se llevarían bien. Sin embargo, tenía la sensación de que en el momento en que el vampiro quedara libre de aquella correa, él tendría que utilizar todas las armas que llevaba encima.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó a su «chófer» en cuanto este se subió al coche.

—Muerte, para ti.

—Muy gracioso. —Minhyuk clavó la vista en su nuca—. ¿Por qué quieres matarme?

—Soy miembro de los Siete.

De pronto comprendió por qué reconocía su esencia: el tipo había estado en su apartamento la noche que había disparado a Hyunwoo. Era uno de los que lo habían inmovilizado con los brazos a la espalda. No era de extrañar que quisiera destriparlo.

—Mira, Hyunwoo y yo hemos arreglado las cosas... más o menos. No es asunto tuyo.

—Protegemos a Hyunwoo de cualquier posible amenaza, incluso de las que él no ha visto aún.

—Genial. —Dejó escapar un suspiro—. Pero... ¿tú entraste en el almacén?

La temperatura bajó varios grados.

—Sí.

—La prioridad número uno no es matarme —dijo el en voz baja, aunque ya no hablaba con él—. ¿Adónde me llevas?

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