Prólogo

6K 422 211
                                    

Narrador Omnisciente 

Matamoros, México.

México, hogar de muchas familias que se dedican al narcotráfico, la trata de personas, exportación de armas y muchos otros negocios que están fuera de la ley. El cartel más importante de este país es manejado por la familia Villareal, la cual, actualmente se encuentra liderada por Ramiro Villareal Cruz. Esta familia es una de las más antiguas en este negocio. El mandato ha sido dado de generación en generación a su primogénito, sin distinción de género.

Xiomara es la próxima Cabecilla del cartel Villareal. Ella siempre ha sabido que nació para tomar el puesto de su padre el día que él llegue a faltar.

La primogénita de la familia Villareal amaba salir a caminar a las orillas de la playa, aunque no era muy fan de ella, amaba admirarla desde lejos. Y el día de hoy no fue la excepción para uno de sus tantos recorridos.

Ella se encontraba tan absorta comiendo la fruta que llevaba en las manos que ni siquiera se dio cuenta de la persona que venía frente a ella, hasta que chocaron, lo que ocasiono que su mango callera al piso.

—¡Fíjate, pendejo!—bramo enojada al ver su comida en el piso.

—¡Pero si tú fuiste la que no se fijó!—responden frente a ella.

La castaña levanta la cabeza, encontrándose con un hombre pelinegro de poco más de veinte años.

—Yo venía comiendo tranquilamente mi comida, tú fuiste el que no tuvo cuidado.—le dedica una mirada molesta.

—¿Acaso eres una princesa?, digo, como para tener que apartarme de tu camino y dejarte pasar, su majestad.—le responde aquel hombre, el cual tenía un acento extranjero.

—Como se nota que no eres de aquí, mijo.

—Solo venía a dar un paseo tranquilo por la playa. Pero al parecer es imposible hacerlo en este país.

—Uy, pues perdón por no cumplir con sus expectativas, señor.—dice sarcásticamente.

—¿Siempre eres así de amable con las personas que acabas de conocer?—pregunta el pelinegro.

—Solo con las que hacen que tire mi delicioso mango al piso.

El hombre detalla con atención a la joven que tiene enfrente suyo. Lo que más le llama la atención de ella son esas pecas que hacen una increíble combinación son sus ojos grises.

—¿Tengo algo en la cara, o que?

El hombre solo rueda los ojos.

—Me gustaría remendar mi error y si me lo permite, quiero reponer su fruta.

Ella lo mira dudosa.

—De acuerdo, pero tú vas por él. Traigo guaraches y no quiero que la arena se me meta a los pies.

Su comentario hace que el hombre frunza el ceño.

—Se supone que vienes a la playa, la cual está repleta de arena.—dice de manera obvia.

—No, guapo. Yo no vine a la playa. Por si no lo has notado estamos algo alejados de donde empieza la arena.

El miro a su alrededor y efectivamente, estaban algo alejados de donde se supone que empieza la playa.

—¿Por qué vienes a la playa si ni siquiera entraras a ella?—pregunta extrañado.

—He vivido toda mi vida aquí, la playa no es algo nuevo para mi.—responde ella encogiéndose de hombros.—Además, odio como la arena se te mete en todas partes, literalmente y súmale que cuando sales del agua el cabello te queda como los pinches pelos del trapeador.

Mafiosa MexicanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora