Capítulo 15

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Adriel

Recargó mi cabeza en la pared detrás de mí y dejo salir el largo suspiro que no sabía que estaba conteniendo.

No puede ser.

Estoy empezando a sentir algo por Xiomara.

Estoy asustado, aparento estar bien con eso, pero en realidad tengo miedo.

Mierda.

Me paso las manos por la cara.

Tengo miedo de ser el único que sienta esto. Que solo sea yo el idiota que está cayendo.

Mara es fría e incluso a veces me hace pensar que no tiene la capacidad de experimentar otro sentimiento que no sea enojo.

Pero cuando la veo sonreír, cuando tiene esos destellos de humanidad, ella pone mi mundo de cabeza.

Desde la manera en que sus ojos brillan de manera única, hasta esa sonrisa preciosa que hace que el corazón me martille en el pecho.

La última vez que me enamoré no terminó muy bien.

Yo dejé de quererla de un día para otro. O tal vez fue con el tiempo, pero no quería aceptarlo.

La relación se fue desgastando y yo dejé de sentir amor por ella. La quería, pero ya no la amaba.

Si llegara a pasar algo con Xiomara, que lo dudo la verdad, las cosas podrían ser diferentes, pero nada me lo asegura.

Es más posible que ella se harte de mí a que yo dejé de sentir algo por ella.

No quiero cagarla y herirla o romperla más de lo que ya está. La gremlin ha pasado por tanto, como para sumarle un posible desamor.

Sultán entra por la puerta y se me acerca antes de lamerme la cara.

Le acarició el rostro y dejó un beso en su nariz.

No sé qué hacer, amigo. Tengo miedo de lo que estoy sintiendo por ella.se recuesta en mis piernas.Su rechazo me dolería mucho. He tratado de alejarme, de respetar la línea de solo socios, pero no puedo. Cada vez que trato de hacerlo, los sentimientos solo regresan con mayor fuerza.

Suspiro sin dejar de acariciar su cabeza en mi regazo.

El can se aparta de mis caricias y se acerca a una de mis guitarras para después chillar en mi dirección.

¿Quieres algo de música?le pregunto divertido.

Recibo un ladrido como afirmación.

Me pongo de pie y tomo el instrumento antes de sentarme en la silla donde suelo sentarme cada que me pongo a componer.

Adoro la música desde que era niño.

Es como un escape de mis problemas.

Siempre que no me siento bien o tengo algún problema, me encierro en esta habitación. No lo llamaría un estudio de música, pero aquí es donde tengo guardados todos los instrumentos que he ido guardando.

Tengo una batería, un piano, un teclado y un sinfín de guitarras de diferentes tipos. Mi colección también cuenta con algunos bajos, pero mi obsesión siempre serán las guitarras.

Mi madre amaba la música.

Ella estudio música en una universidad de Italia, mientras que en sus tiempos libres daba clases en una pequeña escuela para poder pagar su universidad.

Siempre recuerdo lo mucho qué mamá adoraba cantar.

Crecí en un hogar lleno de melodías.

Papá amaba las canciones en italiano, mientras que mi madre prefería escucharlas en su lengua natal, el alemán.

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