Extra: Los hermanos Gutiérrez

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Años atrás...

Xiomara

 Estoy a la cabeza del cartel Villareal desde hace dos meses.

Nada está sucediendo como lo tenía planeado.

Siempre creí que tomaría el cargo cuando papá león decidiera retirarse del mundo criminal y me cediera su lugar. Él me daría consejos en como ser una buena líder y me guiaría para poder engrandecer su legado.

Pero eso no pudo suceder.

Tengo diecinueve años y ya soy la cabecilla del cartel más importante de México.

Hay tanta carga sobre mis hombros.

Me siento tan vacía, pero no tengo tiempo para lamentaciones.

He pasado noches enteras sin dormir, la imagen de mi padre muriendo en mis brazos me atormenta incluso en sueños.

Por las mañanas y tardes estudio mientras lidero a una mafia. En la noche debo hacer tareas y encargarme del negocio.

Estoy tan agotada, tanto física, como mentalmente.

Cuando creo que mi vida no se puede poner más difícil, me vienen y me matan a mi guardaespaldas, así que debo buscar otro.

Es difícil encontrar a un hombre que me inspire la confianza suficiente para confiarle mi vida.

He estado buscando candidatos para el puesto.

Termine viniendo a uno de los clubes que pertenecen a mi familia, ya que, en él, trabajan unos hermanos como cadeneros.

Uno de mis hombres me recomendó venir aquí a verlos. Me dijo que eran excelentes en su trabajo y que eran muy serios.

Me veo en la penosa necesidad de tener que sacrificarme y tomar algo en el lugar.

Estaciono frente al club, viendo a dos hombres en la entrada.

Son parecidos entre ellos.

Sus ojos son del mismo color azul cielo. Ambos tienen el cabello castaño, pero uno lo tiene más claro que el otro. Es un castaño claro, casi llegando a rubio oscuro.

Estaciono mi camioneta en el área reservada para los clientes VIP.

—Patrona, es un gusto verla por aquí.—habla el guardia encargado del área de estacionamiento.

Es un señor mayor que contrate hace tres semanas.

—Don Jesús, ¿cómo está?—le digo mientras le entrego las llaves de mi Cadillac.

—Muy bien, patrona.—me sonríe.

Caminamos a la caseta y cuelga las llaves en un tablero que está en la pared.

Cada apartado tiene un número, el cual corresponde al lugar donde se estacionaron.

—¿Cómo sigue su nieto?

—Ya mejor. Algo débil por su tratamiento, pero su enfermedad ha mejorado.

El nieto de Don Jesús tiene un linfoma, el cual, gracias al cielo, es curable.

Mafiosa MexicanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora