Mafiosa Mexicana

Capítulo 10

Xiomara

Desde que tengo uso de razón he amado todo lo relacionado con el mundo del automovilismo. Es una pasión que me fue heredada por mi padre desde muy niña.

Hace exactamente cuatro años, se me presentó la oportunidad de crear mi propio equipo de fórmula uno.

Mi padre antes de fallecer era uno de los principales patrocinadores del equipo Mercedes AMG Petronas. Yo seguí sus pasos el año posterior a su muerte, hasta que tuve la oportunidad de llevar mi amor por este deporte a otro nivel.

Le presenté la propuesta a Alek, ofreciéndole ser mi socio. Él aceptó de manera inmediata. Entre ambos empezamos a buscar patrocinadores y empresas que nos ayudaran a poder crear un monoplaza a la altura de la categoría reina del automovilismo

Y así fue como nació "Rushmex"

Fue un dolor de trasero hacer todos los tramites con la FIA, pero logramos poder sacar nuestro auto a la pista.

Esta es nuestra cuarta temporada en la fórmula uno y este año esperamos poder ganar el campeonato de constructores, así como también el de pilotos.

Mi familia y yo vamos de camino a Austria, donde se llevará a cabo la primera carrera.

Con ayuda de Ara estoy revisando más de cerca todo lo relacionado con el monoplaza de este año, ya que le hemos hecho demasiadas modificaciones para poder hacerlo más competitivo

—Señorita Villareal.—me llama la inteligencia artificial.

Dejo salir un suspiro cansado.

Desde que salí de nevada me han estado chingue y chingue con temas de negocios.

Este puto trabajo no me deja tener ni unas horas de paz y tranquilidad.

—¿Qué pasa ahora, Ara?—digo mientras apago el holograma frente a mí.

Espero poder descansar, aunque sea un poco en las cinco horas que quedan de vuelo.

—El señor Moretti la está llamando.

Ese pendejo.

Como le encanta estar cagando el palo a cada rato.

—Pásame la llamada.

—Como ordene, señorita Villareal.

Me masajeo el puente de la nariz.

—¿Qué quieres, jabón de ropa? Tengo una vida muy ocupada como para estar atendiéndote a cada rato.—digo cuando contesto.

—Créeme que tu melodiosa voz tampoco me es muy agradable, gremlin.

Banqueo los ojos.

Ese maldito apodo de mierda.

—¿Para qué chingados me llamaste, Adriel?

Escucho como suelta un bufido.

—Necesito que me mandes información acerca de los asentamientos de Anton en Italia.

—Ya me ocupé de esos asuntos.—respondo mirando mis uñas acrílicas con desinterés.—Eliminé a todos los infiltrados que esa basura tenía en tus territorios y aproveché para mandarle una advertencia a su Boss.

—Escuché que trató de eliminar tus tratos con unos comerciantes franceses.

Aprieto la mandíbula.

—Sí, pero ya arreglé ese asunto y aproveché para hacerme cargo de tu problema.

Escucho su risa ronca al otro lado de la línea.