Capítulo 14

2.7K 229 103
                                    

Xiomara

Hace días visité la casa de Adriel por primera vez.

Llegué de sorpresa, si soy sincera.

Gracias a Dios, Zia no estaba ahí y me evité todo el drama que se hubiera armado si me la hubiera topado.

Estoy en mi oficina terminando de configurar los detalles para la misión encubierta que haré con "Los patos asesinos".

Danilo nos puso ese nombre en la última reunión que tuvimos todos.

Qué apodo más infantil, pero como siempre, tuvo a Miguel, Nikolai y ahora Luka se sumó al grupo de pendejos, ya no será un trío, sino un cuarteto de pendejos.

Alek propuso que nos llamáramos "La liga de asesinos", haciendo una pequeña referencia a DC.

Ese nombre si me gusto.

El jabón de ropa y yo votamos por ese nombre, también Juan, pero el maldito a último momento se decido por el otro.

Ahora somos "Los patos asesinos".

Por amor a Dios, eso suena ridículo.

Somos mafiosos, matamos personas. Y pese a eso, ahora tenemos ese nombre.

Parece que lo eligieron Aliah y Liam.

Todos vamos vestidos encubiertos.

Yo que siempre uso ropa elegante y que llama la atención, llevo puesta una falda de tablones blanca, una sudadera Nike color azul marino y una camiseta blanca de manga larga abajo.

Lo peor de todo, llevo unos tenis blancos, los cuales son de la misma marca de la sudadera.

¡Yo siempre uso zapatillas!

Sin con zapatillas soy una maldita enana.

Estoy segura de que el desgraciado de Adriel no me dejara de molestar con eso.

Aunque pensándolo bien, lo de los zapatos no es o peor, lo peor es que tuve que planchar mis hermosos rizos.

No es que se me vea mal el cabello lacio.

A mí todo me queda bien.

Pero no me siento yo misma sin mis rizos.

—Mierda.—gruño cuando se me cae al suelo el lápiz electrónico.

La puta falda es tan corta que, gracias a la posición en la que estoy, se me ven hasta mis más sucios pecados.

Buen momento para que algo se me caiga al suelo.

—Lindas bragas.—escucho uno voz detrás de mí.

Me levanto como un resorte y me giro a encarar a la persona que hablo.

Al darme la media vuelta, los brillantes ojos azules de Adriel me miran intensamente.

Mi subconsciente me traiciona, mandándome un recuerdo de un mes atrás y la manera en que el italiano hizo a un lado mis bragas para tocarme y darme un maldito orgasmo que me dejo con las piernas temblando.

Puto Adriel.

Incluso es bueno para dar buenos orgasmos con solo sus dedos.

—¿Quién te dio permiso para andarme viendo el culo?

Suelta una risa ronca.

—Ya lo tuve entre mis manos, incluso lo exploré a detalle, ¿por qué razón no podría observarlo?—sus ojos brillan con lujuria.

Se va acercando a mí lentamente y por instinto, yo retrocedo.

Por cada paso que él da hacia adelante, yo doy uno en la dirección contraria.

Mafiosa MexicanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora