Capítulo 17

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Adriel

Entro a la propiedad de Xiomara.

La mansión es de estilo colonial.

Un empleado me abre la puerta, dándome la bienvenida en francés.

Que esperaba, estamos en Francia después de todo.

Me guía a través de la lujosa casa.

Es preciosa.

Todo el interior es de color marfil.

Se nota que la gremlin no pasa mucho tiempo en este lugar debido a que toda la decoración es demasiado sobria para su estilo.

Además, no he visto ninguna decoración en color rosado. Eso ya es algo de gravedad.

Ella adora ese color.

El hombre mayor se detiene y me abre las puertas de una habitación.

Al entrar, encuentro a Medusa mirando por uno de los enormes ventanales del salón.

No le doy importancia a la decoración, ya que toda mi atención es robada por la mujer que está a unos metros de mí.

—¿Qué mierda traes puesto?—es lo primero que sale de mis labios.

Villareal se gira a verme.

—¿Disculpa?—alza una ceja.

—¿Por qué traes algo tan corto?—me acerco en su dirección.

Cruza los brazos, mirándome sería.

Trae puesta una falda corta, muy corta, diría yo, en color negro con tablones en la parte baja. En la parte superior lleva una camiseta blanca de vestir—que también es corta—, un saco también de  vestir y un blazer. Ambos del mismo color que la falda.

Pero lo que más destaca de su vestimenta, son las medias negras cortas que le llegan a medio muslo.

Gracias a que Xiomara tiene las piernas anchas y torneadas, esas malditas medias destacan el doble.

Las zapatillas Dior que lleva hacen juego con su vestimenta.

—A ti qué te importa cómo me visto, cabrón.—suelta de manera mordaz.

—¿Te vestiste así para impresionar al español ese?—mi tono es frío.

Blanquea los ojos.

—No digas mamadas.—me da la espala y camina hacia uno de los sillones.

Esa puta falda es aún más corta cuando la vez desde atrás.

—Un poco más corta esa faldita y se te ve todo el culo.—me siento frente a ella con los brazos cruzados.

—Pues es mi cuerpo y yo decido a quien enseñárselo.—responde molesta.

Lo único rescatable de la situación es que ambos venimos a juego.

Estamos de negro y llevamos un chaleco de vestir del mismo color.

—Así que si lo hiciste para llamar la atención del tipo ese.—la taladro con la mirada.

—Es atractivo, no lo puedo negar.—se encoje de hombros con simpleza.

Siento como la sangre me empieza a hervir.

—Claro que no.—contraataco al instante.

Una sonrisa ladeada aparece en sus labios.

Se pone de pie y se acerca a mí.

—Es alto, musculoso, tatuado.—por cada palabra, da un paso.—Justo mi tipo.—dice lo último mirándome fijamente.

—Parece que estás tratando de describir a otra persona.

Mafiosa MexicanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora