Capítulo 5

3K 285 33
                                    

Xiomara

Mis ojos se cierran por si solos mientras estoy trabajando en mi despacho.

Los niños se enfermaron de gripa unos pocos días después de mi show en The North House.

Que ellos estén enfermos es todo un puto show.

Si uno de ellos se enferma, el otro también lo hace de forma automática a pesar de no haber mostrado síntomas con anterioridad.

Susan dijo que eran cosas que pasaban algunas veces con los niños que eran gemelos.

—Ten, te traje atole de galleta del que hiciste ayer.—dice mi hermanito entrando a la habitación.

Se ve igual de muerto que yo.

—Gracias.—tomo la taza que me ofrece.

Inhalo el delicioso aroma de la bebida originaria de mi hermoso México.

Mi abuela me enseñó a hacerla cuando yo era más joven. Ella se ha encargado de instruirme muy bien en la comida tradicional de nuestro país.

Jamás lograré tener la misma sazón que ella, el sabor que ella le da a la comida es único. Creo que es algo que todas las abuelitas tienen.

—Es muy duro ser padre.—Danilo se sienta frente a mí.—Me duelen los brazos por todo el rato que tuve cargada a Aliah.

—Sabes que cuando está enferma le da papitis aguda.—soplo un poco la bebida antes de darle un trago.

Esa niña cada que está enferma se pega como garrapata a su padre. Llora si no lo tiene cerca, llora si no la carga, en conclusión, llora por todo.

Y lo entiendo, es una niña de dos años. A su edad yo hacía lo mismo con mi padre.

Pero ella es muy diferente a su hermano.

Mi Liam hermoso es muy tranquilo incluso cuando está enfermo.

A él lo haces feliz con que le leas un cuento o le cuentes una historia. De hecho, la mayor parte del tiempo se la pasa dormido, es igual a mí en ese aspecto.

Ha sido más pesado de lo normal para nosotros hacernos cargo de los niños. Siempre que se han enfermado mi abuela ha estado ahí para ayudarnos con ellos. Tiene un don especial con los niños. Siempre logra calmarlos cuando Danilo y yo no lo logramos.

Todo el tiempo preguntan por su abuela.

Le hacemos videollamada dos veces al día, ya que ella se encuentra en México atendiendo unos negocios.

La pobre mujer no puede descansar de nosotros.

—Lo único que me mantiene cuerdo es tu atole.—dramatiza.

Blanqueo los ojos.

—Estoy segura de que si vieras a Yaz, se te sube el ánimo.—escondo una sonrisa tras la taza.

—Pinche castrosa.—me enseña el dedo grosero.—¿Has averiguado algo más acerca del italiano ese?

—No.—respondo seria.

—Creo que sería buena idea hacer una alianza con él.—lo miro como si estuviera loco.—Sé que no te gusta hacer alianzas. Pero creo que él sería un gran aliado. Tiene el mismo objetivo que nosotros.

—Mira, Danilo, no he dormido bien en dos días, así que es mejor que no tientes a tu suerte.

—Tú no necesitas no haber dormido para tener un humor de la chingada.

Le doy una mirada mortífera.

—Puedo partirte tu madre ahora mismo. No hay nadie que te defienda en estos momentos, la abuela no está para salvarte el pellejo.

Mafiosa MexicanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora